Asquerosamente delicioso

La "tarta" de la realidad, bajo una bella apariencia, esconde en su seno auténticas vergüenzas

Exactamente fueron esas las palabras que me vinieron a la mente al abrir la ventana a primera hora de la mañana. Un día delicioso. Precioso. Very nice. Sehr schön. Lo que quieras. Era una muestra de una espléndida primavera. Eran la luz, los colores, el sol. ¿A santo de qué vino hasta mí lo de "asquerosamente"? Yo, que me precio de lógico, de racional, ¿cómo justifico ese enlace de términos tan contradictorios? ¿Es posible que lo "delicioso" dé asco? ¿Que pueda ser placentero "lo asqueroso"? Por fortuna, me parece que hay una ligera vía de escape: considerar que "delicioso" y "asqueroso" son dos realidades que coexisten, que son paralelas y que se muestran inicialmente con predominancia aparente de la una sobre la otra. Una capa de delicia. Otra capa de asqueroso. Por debajo lo segundo, encima lo primero. Lo "hermoso" es lo que más se ve. Pero cuando apartas la mirada del brillo del sol y del azul del cielo y miras debajo de las ramas tiernas de los almendros hay una realidad muy triste. La tierra está reseca, ralos tallos de hierba amarillentos. Y si miras al futuro, la realidad económica se ensombrece. Lo que hubo el año pasado valió poco. No parece tener buenas perspectivas este año. Pero ahora que caigo, esta reflexión no vale solo para mi panorama campestre. Porque esta especie de tarta de al menos dos pisos es extensible al mundo de los humanos. Algo parecido me pasa con el uso de algunas palabras; por ejemplo, "libertad". Es realmente deliciosa. Sin embargo, cuando la oigo en ciertas bocas, queriendo dar a entender que esa libertad consiste en hacer lo que a uno le dé la gana (ir de bares sean cuales sean las circunstancias) o tomar las decisiones que uno quiera (por ejemplo, libertad de empresa) prevaliéndose de situaciones de privilegio, entonces esa "libertad" me provoca algo más que sonrojo. O cuando se habla a boca llena de "independencia judicial", pero luego, sin el menor recato, se reconoce que quieren controlar el Consejo General del Poder Judicial para poder nombrar "jueces afines", entonces reconozco que se me abren las carnes. ¡Jueces AFINES! Un poder, el judicial, que blasona de independencia pero que en la práctica se pone en manos de jueces "de los míos"… habrase visto mayor descaro. Son solo unos cuantos ejemplos. Pero por lo que se ve, la "tarta" de la realidad, bajo una bella apariencia, a veces muy sutil pero encantadora, esconde en su seno auténticas vergüenzas.

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