La cuarta pared

Guiizzzmoo, ¡caca!

"De las muchas que hay, como poner el nacimiento, para mi hay una tradición sagrada. Mi película de Navidad"

Por más años que pasen y creo que esto no va a cambiar, la Navidad es esa época de recurrencias y experiencias repetidas sin las cuales todo carece de sentido. Obviamente que las cosas de hoy no son como hace 40 años. Las luces Led han transformado nuestras casas y ciudades en auténticas miniferias, con una explosión de multicolor relegando el mítico y tradicional encendido navideño de El Corte Inglés de preciados a un mero acto administrativo de obligado cumplimiento. Los teléfonos móviles nos absorben en las cenas de nochebuena, mientras la abuela mira con solitaria nostalgia esa botella de anís del mono que ya nadie quiere rascar con la cucharilla. Papa Noel le gana poco a poco terreno a los 3 Reyes Magos, que todo sea dicho tienen en su contra el pragmatismo del tiempo para jugar y la incomodidad de tener que poner los barreños de agua para los camellos en la terraza.

A pesar de ello, yo me niego a abandonar ciertas tradiciones, sin las cuales la Navidad quedaría reducida a un evento universal indistinguible del mundial de Qatar o el festival de Eurovisión. De las muchas que hay, como poner el nacimiento y decorar la casa, o reunirse en familia en torno a la mesa en nochebuena, para mi hay una tradición sagrada y que me transporta unos mágicos momentos a un espacio atemporal en el que el tiempo se congela. Mi película navideña.

Todo ha cambiado. La ciudad en la que paso la Navidad, las personas con las que estoy o el tamaño de la pantalla. Pero poner los Gremlins una tarde en casa es algo que no puede faltar. Para otros será La jungla de Cristal, Eduardo Manostijeras o Solo en Casa, por mencionar algunas de las más míticas.

Ya no estoy en el crujiente suelo de parqué del salón de la casa de los abuelos en Madrid si no en el sofá de mi casa. Mis primos han sido sustituidos por mi mujer y mis hijos (que yo creo que con abnegada resignación aceptan mí rareza), y bajar con algún mayor al videoclub a por la cinta de alquiler se ha convertido en teclear con el mando de la tele para buscarla en Netflix.

De acuerdo en que esté éxito comercial de Joe Dante pensado para vender peluches de su icónico y achuchable protagonista a cascoporro, objetivamente no es una joya del séptimo arte. Aun aceptando esto, y consciente de lo ridículo que pueda parecer, para mí, oír aquello de "Y por encima de todo, nunca, nunca le dé de comer después de medianoche" es, Navidad en estado puro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios