Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
HOY me toca romper una lanza a favor de Juanma Lillo, en una semana en la que tras el encuentro frente a la Real Sociedad le han llovido muchas críticas por el sistema de juego empleado. ¿Acaso creen ustedes, por ponerles un ejemplo, que Pep Guardiola hizo lo que hizo frente al Hércules para perder el partido? Pues no. Él que conoce a su plantilla asumió un riesgo y planteó el partido durante los días previos creyendo que eso era lo mejor para el equipo y que podría sacar adelante el encuentro. Pero no fue así. Lo mismo se puede decir de Juanma Lillo. Tuvo casi dos semanas para preparar el debut en casa frente a la Real Sociedad, equipo que conocía y al que durante estos días había visto hasta la saciedad en videos recientes, y a buen seguro que con el planteamiento que salto al campo, él estaba completamente con vencido de que sería la estrategia perfecta para derrotar a los donostiarras. No fue así y por ello creo que no hay que crucificar al entrenador. ¿O es que el equipo no tuvo fe hasta el final? ¿Es que tiró la toalla? Tal vez tan sólo le haga falta un poco de tiempo para que los jugadores se adapten a lo que él quiere y si Lillo está convencido de que sus ideas pueden triunfar, hay que apoyarlo, porque quien mejor conoce a los jugadores es él y él sabe lo que pueden dar de si en cada momento. Estoy de acuerdo con ustedes de que los dos goles eran evitables, y a buen seguro que de ello se habrá hablado durante la semana, pero salvo esas dos ocasiones y el balón al palo, ¿qué más hizo la Real? Defenderse. En cambio el Almería tuvo el control y manejo del partido, el empuje y hasta las ocasiones, porque si no llega a ser por el guardameta chileno -el mejor de su equipo-, sacando balones imposibles a Valeri, M'Bami o Crusat, ¿qué habría sido de su equipo?
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