Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
Trascada día que pasa la sociedad en la que estamos es una sociedad polarizada y hedonista en la que ha perdido el norte y sin referentes, alejada de la verdad, debido a que cada día que pasa nos acercamos a un totalitarismo globalizador que se está intentando imponer a nivel geopolítico, en el que la persona será una mera comparsa para edulcorar a una sociedad democrática sin serlo. Por ello aprovechemos que llega la Navidad, el nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre. Dejemos que su palabra encarne en nosotros, en nuestra vida. Que, al recibir a Jesús en comunión, le abramos camino hasta el corazón, para su evangelio resuene en nuestras obras.
Esta es la gran noticia de la Navidad. A pesar de que hemos entrado de lleno en la era digital, una verdadera revolución industrial, económica y social cuyos efectos apenas empezamos a vislumbrar. Un mundo regido por la inteligencia artificial, con ordenadores cuánticos, sorprendentes avances en biotecnología y neurociencia, y en el que hasta los objetos más cotidianos estarán conectados a internet. Dios se ha hecho hermano y compañero de las personas de nuestro mundo. Ya no caminamos solos, a oscuras, abandonados a nuestra suerte. De una manera discreta, eficaz, rebajándose hasta nuestra pequeña altura, Dios se pone a nuestro lado para ayudarnos y avanzar por los caminos de la plenitud de la vida.
No hay solución en el mero progreso, ni en el desarrollo, ni en el crecimiento, sino progresa el amor, la solidaridad, sino se desarrolla el sentimiento de fraternidad cristiana que nos haga ser más humanos. No olvidemos que el amor, la solidaridad de Dios ha empezado en Navidad por los pobres, los más necesitados.
Y por ahí, a de empezar y seguir, y avanzar entre las personas, sí queremos celebrar la Navidad con sentido racional y responsabilidad humanística. La Navidad será siempre causa de Dios que, apuesta por la persona desvalida, enfermo, pobre. La Navidad es la salvación de Dios para todo el género humano necesitados de salvación. No hay otra Navidad; no pueda haberla.
Sí la tierra tuviese ojos, oídos y pies, y sí tuviese en el centro un corazón vivo ¡cómo se llenaría de entusiasmo!¡cómo latería emocionado y apresurado ese corazón el pecho! Más no poeticemos demasiado; no nos entreguemos a sueños de la fantasía. A pesar del esfuerzo del laicismo por secularizar la Navidad, el Señor viene a enseñarnos a descubrir el sentido auténtico de nuestra existencia. ¡Llegó la Navidad! Paz y Bien.
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