Luces y sombras

MAÑANA se acaba este año 2014 que, en términos de la UD Almería, ha sido como una montaña rusa. Empezamos el 2014 con Francisco en el banquillo y tras una racha de tres triunfos consecutivos, con su puesto asegurado, algo que a finales de 2013 no lo parecía. A partir de ahí, su Almería tuvo bastantes altibajos, e incluso más bajos que altos. De hecho, tras varios fiascos, muchos de ellos en casa como Osasuna o Celta, el equipo llegó a darse casi por descendido. Yo escribía por aquel entonces un artículo que llamé La Cofradía del Clavo Ardiendo, en el que vine a decir que sólo un milagro nos salvaría. Y nos salvó. En un final de liga no apto para cardíacos, con una remontada in extremis ante el descendido Betis y una victoria apoteósica en Los Cármenes, el Almería se aseguraba la permanencia. Un hito que yo pongo a la altura del ascenso a Primera del Almería de Unai o a Segunda del de Casuco o a Segunda B del de Salmerón. Porque la plantilla del Almería estaba cogida con pinzas y en Segunda no habría sido candidata al ascenso. Pero Francisco sacó el máximo del equipo, nos dejó en Primera una temporada más y encima asumió el desafío de repetir la hazaña por segundo año consecutivo. Lamentablemente, Francisco no fue capaz de hacer la hombrada otra vez porque el propio Francisco fue alejándose de sí mismo, tomando unas decisiones que al final le han costado el cargo. Es cierto que la plantilla del Almería no es la mejor, pero sí que es mucho mejor que la del curso pasado y se puede hacer más de lo que se ha hecho hasta la fecha. Francisco lo sabe. Y el presidente también. Y por eso ha llegado su destitución y el relevo al banquillo, de la mano de un Juan Ignacio Martínez, que también sabe del potencial de la plantilla y se juega su prestigio en Almería. Tras descender al Real Valladolid, tiene una oportunidad única para redimirse. Esperemos que le salga bien. Las victorias ante el Betis y el Celta, por lo pronto, son esperanzadoras. ¡Feliz año nuevo a todos!