Pablo Laynez

playnez@elalmeria.es

De Madrid al cielo

La capital está preciosa, está como nunca. Una ciudad abierta, cosmopolita, amable con el turista. Y volcada con su Maratón

Con el dorsal, ante Cibeles.

Con el dorsal, ante Cibeles.

¡Que recordarás las tardes de invierno por Madrid; las noches enteras sin dormir; la vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor!...”. Es de la Oreja de Van Gogh, la habrán escuchado mil veces. No me gusta especialmente la música, pero se convirtió en mi canción de referencia cuando salía de la Uni y cogía el camino por Faro de Moncloa, dirección a Cea Bermúdez, donde estaba mi Colegio Mayor, el Santa María de Europa.

Llevaba quince años sin pasar por ahí, sin recorrer la Avenida Complutense, sin pisar mi facultad (Ciencias de la Información), sin perderme en las callejillas de los Colegios Mayores de la Avenida Séneca, donde tantas veces bajé a jugar al fútbol sala y a pasarle apuntes (y alguna que otra chuleta) a mi amigo Alberto. Vuelvo a Madrid cada vez que puedo porque me encanta, pero nunca me había atrevido a sumergirme en mis años universitarios.

Hasta que el pasado domingo el Maratón de Madrid me hizo pasar por ahí. Era el kilómetro 21 cuando bajamos la larga cuesta que comienza en Moncloa, dirección la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales. En el 25, abandonamos el Campus, dirección Avenida de Valladolid, que nos metía en la parte más complicada, la rompepiernas Casa de Campo. Las mismas ganas que tenía de licenciarme, eran las que tenía de volver a pisar mis habituales pasos durante cinco años: Santa, Ciencias de la Información [con su inolvidable cantina], Cantarranas, Paraninfo, Marqués, Jonhy, Chami, Nebrija, Cisneros, Donfri...

Madrid está preciosa, está como nunca. Una ciudad abierta, cosmopolita, amable con el turista. Y volcada con su Maratón, una auténtica locura las sensaciones que desfilaban por mi cabeza conforme se iba abriendo camino ante mis ojos el Paseo del Prado primero y Castellana después. Miles de madrileños aplaudiendo, formando animosos pasillos al más puro estilo puerto de montaña del Mont Ventoux en el Tour.

Medalla conseguida en el Maratón de Madrid. Medalla conseguida en el Maratón de Madrid.

Medalla conseguida en el Maratón de Madrid.

Al final fueron 3:42:15 el tiempo [tiempazo si me dejan echarme una flor], pero por mí seguiría corriendo encantado todavía. Bueno, mi Luisico y yo nos merecíamos el pedazo de cocido que cayó luego en pleno Barrio de las Letras. Y él también se había ganado un gin tonic. Lo dicho, gracias Madrid por tanto. Por todo. De Madrid al cielo.

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