La tapia con sifón

Menestra de pasión

Dicen las estadísticas que la fiebre de consumo se ha desplazado del papel higiénico a la harina y la levadura

Dicen las estadísticas que la fiebre de consumo se ha desplazado del papel higiénico a la harina y la levadura. Indicios claros de que ha remitido la epidemia de diarrea y de que se ha disparado la elaboración casera de panes y dulces. Esto último supone un aumento de la pasión por la cocina, aunque siempre hay un aumento de consumo de dulces típicos de la época de Pasión. Para que no se nos descontrolen la analítica ni la aguja de la báscula es recomendable -antes de atacar las fuentes de torrijas, pestiños y roscos de anís- comernos una menestra, que es temporada de estupendas verduras. Ya sé que hay todo el año espárragos de Perú, alcachofas de Chile o guisantes congelados de calidad. Pero, miren ustedes, esta Semana Santa han llegado los primeros espárragos de Antas y me han sabido a autenticidad, sin la insipidez que da el largo tiempo en cámaras. Los guisantes de Dalías no tienen comparación; todavía quedan en ciertas fruterías y puestos de la Plaza, algunos los tienen de su propia cosecha. Como unas habas pequeñas y dulces que tiene Nono en su puesto de la Plaza, recién cogidas en su cortijo de Instinción. Y, aunque no sean de Almería, hay que meterles mano a las excelentes alcachofas de Tudela que ya han empezado a llegar (mire que lleven el sello de la DO). Son algo carillas, pero lo valen: apretadas, con las puntas cerradas, casi esféricas, carnosas y blancas. La menestra típica de Almería lleva también lechuga (use las hojas verdes de la lechuga romana, la de siempre). Se hierven las cinco verduras por separado, al dente, se juntan, se aliñan con un sofrito de cebolleta y tomate, un majao de ajo, almendra y pan fritos, y se les da un hervor con un poco de caldo de la cocción. Debe quedar empanada. Se le puede poner un poco de chorizo o jamón y/o huevo duro. Y para que el postre no sea siempre de los más calóricos, tenemos en Almería los papaviejos, en los que casi toda la harina se sustituye por patata y no lleva azúcar en la masa: 4 patatas medianas, 4 huevos, 6 cucharadas de harina, 1 sobre de levadura, 1 dl de leche, canela molida y ralladura de limón. Se cuecen las patatas, se hacen puré y se le mezclan los huevos batidos y la leche; se añade la levadura, canela y ralladura de limón, amasando bien. Se fríen cucharadas de masa en aceite virgen extra bien caliente. Al sacarlos se pasan por azúcar y canela.

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