La tapia con sifón

Mercados gourmet

La oferta de nuestro Mercado Central siempre ha sido buena y lo sigue siendo, con más de treinta puestos de todo tipo

La oferta de nuestro Mercado Central siempre ha sido buena y lo sigue siendo: más treinta puestos de pescado, varios de ellos excelentes; verduras y frutas muy variadas, incluyendo algunas de cosecha propia; carnicerías, panaderías, gurullos artesanos, salazones, encurtidos…, con una calidad media superior a la de las grandes superficies y supermercados. Quizá se echen en falta más puestos especializados en productos de alto nivel, o gourmet o Premium, según prefieran ustedes denominarlos en español, francés o inglés. Este tipo de puestos sirven para impulsar, tanto la afluencia de consumidores como la calidad general. Por ejemplo, desde que abrió la excelente quesería Cantón, varios que ya tenían quesos han mejorado su oferta en variedad y en calidad. Un nuevo polo de atención acaba de abrir Antonio Ortuño, cortador de jamón con varios premios en su haber. Además de productos ibéricos, tiene una escogida selección de conservas, fiambres, embutidos de alta gama (la sobrasada de cerdo negro La Luna es cara pero impresiona), foie, quesos…Los jamones son de Cumbres Mayores, etiquetados con su propia marca. Tiene las cuatro calidades: etiqueta negra (100 % raza ibérica, de bellota), roja (de bellota, de raza entre 50 y 75 %), verde (50 % ibérico, criado con pienso en el campo) y blanca (igual, pero estabulado); este último es el que anuncian a mansalva varias marcas, diciendo simplemente ibérico, sin especificar. Está ubicado en primera línea a la derecha, entrando por la puerta principal de la Plaza. Tiene unas cuantas mesas donde sirve sus productos con algunas cervezas y vinos, y desayunos. Es bueno que haya este tipo de puestos, pero cuidado que no se conviertan los mercados en centros de restauración, como ha ocurrido con muchos, empezando por el pionero, el San Miguel de Madrid. El de San Lorenzo, en Florencia, tenía hace años cuatro o cinco bares y restaurantes, uno de ellos muy recomendable; ahora tiene una planta casi entera dedicada a la restauración. Siempre hubo excelentes barras y mesas en los mercados, como el Azkena en La Bretxa, el Pinocho en la Boquería o el de Mont de Marsan, donde comí una cazuela de mejillones y un memorable estofado de lengua. De momento, en la Plaza está la cafetería de toda la vida y este nuevo. Pero en el exterior, los bares, sobre todo los de copas, han copado casi todo el espacio disponible.

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