Mirando al futuro

El Adviento, como la vida misma, es tiempo de espera para la venida definitiva de Jesús

Ayer domingo, día 27 de noviembre, comenzó el periodo litúrgico del Adviento, vísperas de la Navidad en Belén, la gran fiesta del nacimiento del Niño Jesús, en el que Dios se hace presente con su realidad y promesa de la salvación eterna, la gran señal de la filiación divina, manifestándonos que Dios es amor, a pesar de que con el pensamiento humano no siempre lo entendamos o tengamos sentimientos contrariados de su siempre presencia espiritual en cada uno de nosotros, sin excepción, y, por supuesto en el Sagrario.

Nuestras hermandades y cofradías atendiendo a este periodo litúrgico, sus imágenes marianas están vestidas de una forma singular, indicándonos el hecho histórico más importante de la humanidad, en la que el Verbo de Dios se encarnó en el Hijo del Hombre a través de las entrañas virginales e inmaculadas de María Santísima y la afectiva presencia del patriarca San José. Las cofradías siempre son un claro compromiso de la fe y ante la misión de ser luz que ilumine el amor a Dios a todos en medio del mundo con el carisma de la religiosidad popular. Ese "quinto evangelio", cada vez más activo en extensión e intensidad en el marco de la comunión eclesial.

A pesar de las elevadas tribulaciones políticas, en un ambiente secularista, que pretende eclipsar a Dios entre el ruido bullicioso de "panem et circenses", aumentando en gran parte de la sociedad el desencanto espiritual, el Adviento es un tiempo de esperanza, que no se basa en comilonas, borracheras, lujurias y pendencias, sino que en pleno día, a la luz de Dios, descubrimos la plenitud de la vida, la esperanza ofertada por Dios a todos aquellos corazones que quieran recibirlo con un corazón recto y una intención sana, contribuyendo a hacer realidad la verdad, la justicia y el amor en nuestra vida doméstica, profesional y de ocio productivo. El Adviento, como la vida misma, es tiempo de espera para la venida definitiva de Jesús. Por ello, ante el neopaganismo que nos invade, la Iglesia católica impulsada por el Espíritu Santo, mirando al futuro, nos invita a meditar la frase evangélica de Cristo: "Vosotros estad preparados porque no sabéis a qué hora viene el Hijo del Hombre". No se trata de una espera pasiva, sino una espera anhelante, activa, trabajando con ilusión, revistiéndonos con la impronta espiritual del Señor de la Vida y la Esperanza, con el deseo de que vuelva porque supondrá el paso del teatral tiempo a la eternidad. Paz y Bien.

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