Era un grupo estupendo. La profesora, magmánima, quería programar un viaje final de curso a modo de premio. Ella había pensado en llevarles de viaje a Granada, visitar la Alhambra, la capilla real y terminar escuchando flamenco en alguna peña del Sacromonte. Una mezcla perfecta entre visita cultural y lúdica. Sin embargo, no quería tomar la decisión por su cuenta, ya que se trataba de su premio, su viaje. Entonces, pensó que sería una buena idea escuchar alternativas y que el propio alumnado decidiera. Ellos propusieron un plan bien distinto. Les parecía mucho más interesante ir a Benalmádena, hacer alguna corta visita a Málaga para visitar alguno de sus muchos museos y monumentos (por darle el gusto a la profe) y aprovechar para bañarse en la playa o incluso ir a un parque acuático. La profesora defendió a ultranza su plan, pero permitió (cosa poco habitual) que se defendieran otras opciones. Por unanimidad, el alumnado decidió ir a Málaga. La profesora cedió a regañadientes e hicieron ese viaje, con la mala suerte de que hizo muy mal tiempo... En el camino de vuelta, agarró el micrófono del autobús y sentenció: «es que no sabéis votar bien, si me hubierais hecho caso...». A lo que respondió un alumno: «era lo que nosotros queríamos, y de todos modos lo hemos pasado genial en las tiendas, los chiringuitos y con el ambiente de Málaga».

El comentario de la profesora puede parecer completamente absurdo y fuera de lugar, pero claro, si quien hace la afirmación es todo un premio nobel de literatura, lo jaleamos, le aplaudimos y le reímos la gracia… cuando no la tiene. ¿Qué significa votar bien? ¿votar lo que yo quiero, lo que yo defiendo? ¿votar lo que a mí me interesa? ¿votar a mis amigos, aunque no te convenzan, aunque sean contrarios a tus ideas y tus preferencias? El comentario de Mario Vargas Llosa viene a demostrar, una vez más, la enorme falta de cultura democrática que sufrimos en nuestro país. También demuestra que cuando uno es fontanero, puede opinar a fondo de cualquier cuestión relacionada con los tubos, grifos, etc., y seguramente de literatura el señor Vargas Llosa tiene la autoridad suficiente como para dar todo tipo de lecciones. No, desde luego, sobre democracia. Quizá nadie tenga la verdad absoluta sobre este tema, pero sí debemos tener claro un mínimo sobre el que construir. Premisa n.º 1: que nadie nos diga lo que está bien o está mal votar.

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