Almería no es lo que era

Mis primeros recuerdos, no de un patio claro que decía Machado, sino de La Flor de la Mancha son de la barra los mediodías a la hora del aperitivo.

Había mucho ruido de saludos, conversaciones y, lo más importante, de “grupúsculos” de 3, o como máximo 4 personas jugándose la caña a los chinos, unas veces a una perdida y otras a dos perdidas.

Eso mismo lo vivíamos unos cuantos amigos en la “Cafetería del Fernan” que algunos advenedizos, cuando el CUA pasó a ser UAL, dieron en llamar “la cafetería del central”, apelativo que escribo en minúsculas por su falta de personalidad. Otro mundo y otras gentes.

El mencionado grupo, constituido por tres químicos, curiosamente amigos, y a veces un biólogo, que como también usaba bata blanca, se integraba bien en el grupo, nos jugábamos un par de cañas a los chinos, a dos perdidas.

Como no quiero herir sensibilidades, no voy a nombrar a los ganadores habituales.

Por otra parte, pero relacionado con lo anterior, esta mañana me ha llamado un amigo para decirme que estaba en casa de su hijo en Madrid, recién llegado de Cuba para preguntarme que hacía con unos puros, o “tabacos” como llaman allá, que me había traído.

Pues vernos ahora mismo, que bajo y nos encontramos, pues casualidades de la vida, el hijo vive a unos 200 metros.

Mi amigo, es un tipo serio, como lo demuestra su llamada. Es mallorquín, o algo así, pero se ha aclimatado bien en Almería, y prueba de ello es que me ha comentado que acostumbra a ir con los amigos a un establecimiento muy conocido de la Rambla Obispo Orberá en el que hace unos días se encontró con dos pizarras “de avisos”.

En una de ellas advertían que ya no podían tomarse el aperitivo en la barra. Mal empezamos. En la otra avisaban que ya no podían elegir las tapas.

Eso de no elegir la tapa lo podía hacer mi padre en La Flor de la Mancha, cuando a mediodía había algo fuera de lo normal en la cocina y le ponían a los habituales unas tapas extra, “cortesía de la casa” que se decía entonces.

No me gustan esos cambios, pero “Doctores tiene la Iglesia” que se ha dicho siempre.