Cambio de sentido
Carmen Camacho
Plácido
Aveces se me ocurre que somos personajes de comedia o drama, según lo mire y según cómo se levante uno pensando en los problemas que nos acucian a los ciudadanos de a pie, obligados a representar lo que a un “altísimo” caprichoso se le ocurrió para entretener su aburrida eternidad con el espectáculo de su azarosa existencia. Después, ¿quién sabe? Esa ansia tan humana y tan inútil de eternizarse, esa perdurabilidad en la que tanto nos empecinamos; tal vez porque solo persista el recuerdo de los que se quedan. De pronto un día, el del gran crepúsculo, el definitivo, se apagan todas las luces, inexorablemente y el escenario de la vida se queda como el “mar de la calma chicha”, solo y empobrecido de seres normales. Se acabó. ¿Dónde hay una sola persona que quiera ser consciente de su existir? Aunque siempre nos valdrá aquello que nos dejó escrito Kavafis: “No pidas nada a Itaca, ya te regaló el camino”
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