Ciudadano A
¿Quién puede matar a su hijo?
La cortijada más populosa y de mayor trayectoria histórica que existió en el término municipal de Bacares fue, sin lugar a dudas, La Olapra. Su existencia queda acreditada ya en protocolos notariales del siglo XVI, y dos siglos más tarde, en 1752, el Catastro de Ensenada, a través de las conocidas Respuestas Particulares, ofrece una minuciosa descripción de las propiedades que numerosos vecinos poseían en este enclave.
La continuidad demográfica del lugar se ve reflejada en el Boletín Oficial de la Provincia de Almería (BOPA), que en 1858 publicó los resultados del recuento general realizado el año anterior: 156 habitantes censados en La Olapra. Es probable, no obstante, que esta cifra incluyese también a los vecinos del Barrancón, núcleo situado a escasa distancia, y que, según diversas fuentes documentales, aparece habitualmente integrado dentro del ámbito de influencia de La Olapra.
En torno a estas dos cortijadas principales se consolidaron otras de menor tamaño y relevancia, que, en los censos de población y vecindarios de la época, figuran también como dependientes de La Olapra. Tal es el caso de Los Gabinos, La Cerrá, Los Pintaos, El Conde o Las Morcillas, entre otros núcleos diseminados. Este último llegó a contar con una escuela de primeras letras, al menos entre las décadas de 1920 y 1950.
En La Olapra, por su parte, se inauguró una escuela en el año 1935, como parte de las mejoras sustanciales promovidas durante la Segunda República Española en materia educativa. No obstante, ya existía con anterioridad otra institución, y los conocidos maestros ambulantes desempeñaron un papel fundamental en la formación de los niños de la zona.
Otro núcleo destacado es el Prao Juan Pérez, ubicado en un llano hoy rodeado por pinos fruto de las repoblaciones forestales llevadas a cabo en las últimas décadas. Contó con escuela propia y alcalde pedáneo, y su origen se remonta a tiempos remotos. Las viviendas, construidas en piedra seca y con cubiertas de pizarra, se hallan en la actualidad en estado de ruina.
En el extremo norte del municipio, sobre el antiguo camino que conduce a Tíjola, se encuentra La Mojonera, la cortijada más septentrional de Bacares. Situada a poca distancia del cauce del río y muy próxima a las ruinas de dos antiguos molinos harineros, contaba con 40 habitantes a mediados del siglo XIX. En el transcurso del siglo siguiente, su población se incrementó, llegando a rozar el centenar de residentes y disponiendo también de una escuela de primeras letras.
A este entramado de asentamientos rurales se suman El Cortijuelo y Los Cortijillos, íntimamente ligados al histórico coto minero de Las Menas, clausurado en 1968. Muchos de los trabajadores del complejo minero residían en estas pedanías, que constituyeron un pilar esencial en la vida económica de la comarca.
De todos estos núcleos rurales —cortijadas, como tradicionalmente se les denomina en la provincia de Almería—, muy pocos han logrado sobrevivir al paso del tiempo. El fenómeno del despoblamiento rural ha hecho mella también en Bacares, y en la
actualidad ninguna de sus cortijadas cuenta con población permanente. Solo en La Mojonera se mantiene cierta actividad: si bien no hay residentes estables, algunas casas han sido rehabilitadas como segundas residencias y espacios de recreo, preservando así, aunque de forma estacional, la memoria viva de un paisaje humano que se desvanece.
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