La cuarta pared

La caza del Octubre Rojo

Cuando los metros cuadrados dejan de ser una referencia, se llega a soluciones racionales y objetivamente viables

¿cuántos metros cuadrados tiene el salón? ¿Quién no se ha hecho esa pregunta alguna vez al ver los planos de una casa? Y es que estamos acostumbrados a valorar la cabida o valía de los espacios que habitamos en base a unos estándares dimensionales que asumimos como válidos sin llegar a profundizar en muchos casos en si esos metros cuadrados responden de forma correcta a su función. 20 metros cuadrados pueden ser un espacio razonable para distribuir un pequeño salón comedor o no servir absolutamente para nada. 20 metros cuadrados los tenemos en un rectángulo de 4 por 5 metros y también en un angosto pasillo de 1 metro de anchura por 20 metros de profundidad. La proporción entre las dimensiones cartesianas de la habitación, las circulaciones y la conexión con otros recintos, la colocación de huecos de ventana y puertas o la altura de los techos, tienen una importancia que en muchos casos sobrepasa al objetivo y mensurable cómputo de metros útiles, que es en lo que en última instancia todos acabamos reparando.

Las normativas técnicas y urbanísticas tienen parte de culpa en ello. Las antiguas aunque aún muy utilizadas normas de diseño de las viviendas de protección oficial tasan los mínimos dimensionales que han de tener los espacios para ganarse el título de "dormitorio doble", "cuarto de baño" o "estancia". Es cierto que el origen y la motivación de estos estándares tenían el objetivo de garantizar al menos un mínimo digno que pueda tener la consideración de pieza habitable. Pero ¿Es razonable pensar que estos mínimos han de marcar de forma rígida la única manera de determinar si un espacio es digno, humano o habitable?

Visitar el submarino de la armada S-71 "Galerna", que con sus 40 años de servicio recién cumplidos se acerca a su merecida jubilación, me hizo reflexionar sobre este aspecto. En su interior, con una habitabilidad apurada hasta el extremo, habita una dotación de 62 personas que puede pasar semanas sin pisar tierra firme. Es impresionante poder comprobar cómo se han distribuido 60 literas, varias cámaras para la dotación, sala de oficiales, cocina con despensa, un minúsculo camarote para el comandante, una ducha o dos pequeños inodoros. Cuando los metros cuadrados dejan de ser una referencia y los espacios se dimensionan en base a la ergonomía y a las necesidades de cada función, se llega a soluciones racionales y objetivamente viables que, en el caso extremo de un sumergible se desarrolla con una elegancia que roza el virtuosismo.

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