Cierre de la campaña agrícola: balance positivo

La campaña que acaba de terminar deja cifras más que positivas: casi 4.000 millones de euros de valor

06 de julio 2025 - 07:00

El sindicato Asaja hacía esta semana balance de la campaña que acaba de terminar. Los agricultores ya preparan sus invernaderos para la próxima, sin solución de continuidad.

Los datos que ofrecen, a la espera de ser confirmados por la Junta de Andalucía, nos dejan cifras más que esperanzadoras. La producción se acerca a un valor de casi cuatro mil millones de euros, lo que demuestra la capacidad de esta provincia de adaptarse a los nuevos tiempos y, sobre todo, cómo la profesionalización del sector nos lleva año tras año a avanzar en la senda del crecimiento, de la lucha biológica y de la limpieza de los cultivos que, cada día más, se adentran en la tecnología y avance industrial y se alejan de la agricultura tradicional.

Pimiento y tomate, con grandes aportaciones de otras producciones como sandía, melón, berenjena, calabación y pepino nos llevan en volandas a un liderazgo español y europeo, dejando a nuestros competidores más cercanos a la distancia debida, no pemitiendo que se pongan en riesgo nuestras fortalezas. Aquellas que nos han llevado a situarnos como referentes de calidad y garantía de éxito en Europa.

Lo cierto es que no ha sido fácil. El aumento constante de costes, la diferencia, extrema, entre lo que recibe el cultivador y lo que pagan los consumidores y los riesgos, ciertos, de las nuevas plagas, ponen cada campaña al límite a unos agricultores que demuestran cada día que los tiempos de la improvisación o la climatología que marcaban el devenir de una campaña son historia. Hoy debemos sentirnos orgullosos de lo alcanzado. Un orgullo que llega por el trabajo de miles de trabajadores que cada día suman lo mejor de ellos mismos para que los lineales de los supermercados de toda Europa estén abastecidos de los mejores productos, con la mejor calidad y excelente sabor. Las adminitraciones, por contra, da igual de la que hablemos, por desgracia siempre van un paso por detrás de quienes han convertido sus explotaciones en verdaderas fábricas de hortalizas. Las ayudas, pocas o muy pocas, siempre llegan más tarde de lo deseado; el apoyo en la lucha contra las plagas es más que justo y la defensa de nuestros intereses frente a los países terceros siempre racanean o renquean en favor de otros, también lícitos, pero con frecuencia más espúreos e incomprensibles para los que cultivan.

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