La cuarta pared

El código que valía millones

David frente a Goliat en una contienda millonaria que pudo cambiar el mundo de manos

Aveces me disperso delante de la pantalla del ordenador. Y de esto creo que tienen la culpa un par de frikis alemanes, que a comienzos de los años 90 del pasado siglo, desarrollaron una idea que ha cambiado el mundo tal y cómo lo conocemos hoy. No se sabe muy bien cómo, este par de melenudos consiguió venderle la moto nada más y nada menos que a la por entonces poderosa empresa estatal Deutsche Post (Hoy Deutsche Telecom) para desplegar su mágico y sorprendente algoritmo desarrollando un sorprendente proyecto sin saber muy bien si ni tan siquiera serían capaces de hacerlo funcionar. Aglutinaron a un grupo de piratas informáticos, estudiantes y artistas y se pusieron manos a la obra y a contra reloj para desarrollar su patente. Este proyecto fue presentado in extremis en 1995 en un congreso internacional de telecomunicaciones en Kyoto, dejando con la boca abierta a medio mundo. Una inmensa pantalla con un globo terráqueo, y un dispositivo en forma de esfera que permitía moverse por ese globo virtual y hacer zoom… sorpresa! Mi casa!!! Ese es mi barrio!!!! Nos suena, ¿Verdad?

Hay mucha controversia al respecto del desarrollo y la matriz de este algoritmo, de los intentos y esfuerzos de la compañía ART+COM por venderle el algoritmo a Google, y de la negativa de esta a hacerse con la patente. Finalmente, el gigante Google desarrolló su extendido y universal Google Earth que todos tenemos casi sin saberlo instalado en el ordenador basado en un algoritmo de desarrollo propio sospechosamente idéntico al desarrollado, patentado y presentado más de una década antes.

Hay una miniserie documental alemana que relata esta historia, dramatizada y desde la óptica de David frente a Goliat en la que se profundiza en el proceso judicial de la multimillonaria demanda que los dos ya no tan jóvenes, informáticos interpusieron al gigante americano. No quiero hacer spoilers por si alguien se anima a verla. "El código que valía millones".

Pues, en definitiva, cada vez que tengo un hueco perdido delante del ordenador, abro la bola del Google Earth y me pongo a viajar virtualmente. A veces me dedico a descubrir aeropuertos remotos, o a buscar grandes puentes y presas. En otras me pierdo por las inmensas aglomeraciones urbanas, con su compleja organización administrativa que a vista de pájaro le hace a uno sentirse como un Dios. Los atolones de la Polinesia, los frondosos bosques de la isla de Graham, las majestuosas cumbres del Karakórum … Cierro que me disperso y no acabo el artículo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios