La corrupción no es progreso

03 de julio 2025 - 03:09

Aalgunos se les llena la boca cuando usan el término “progreso”. A otros, en cambio, esa palabra en la boca les da algo así como arcadas. A estos les produce erisipela cuando la oyen; a aquellos se les pone piel de melocotón. La misma palabra, dos reacciones contrapuestas. Cualquiera diría que estamos en pleno siglo XVIII reviviendo el enfrentamiento entre los ilustrados y los fernandinos. Parece que es una historia que se repite más de una vez desde entonces. Es como si el progreso fuera el bálsamo de Fierabrás que curó a D. Quijote y puso al borde de la muerte a Sancho Panza. Tal como lo veo yo ahora, parece que “el progreso” es un escudo protector de unos y lanza en ristre para los otros. ¿Puede ser que una misma cosa pueda tener esas dos consecuencias tan diferentes? Piensan los primeros que por considerarse progresistas todo les va a estar permitido. Por el contrario, afirman los otros que por enfrentarse a quienes se consideran progresistas toda crítica, eo ipso, tiene fuerza y validez. Dos posturas fuertemente incongruentes. Por supuesto que no me gustan las expresiones de los que actualmente detentan el poder que se jactan continuamente de ser un “gobierno progresista” intentando justificar de alguna manera su permanencia en el poder y su cerrar el paso a otros partidos. Pero igualmente me resulta impresentable esa tendencia de la oposición y de las personas que la apoyan de mezclar, como churras y merinas, decisiones que nada tienen que ver con progreso. Están dando a entender en ocasiones que el gobierno suele colar ciertas decisiones problemáticas tapándolas con el manto de progresía engañando así a unos seguidores a los que llaman necios. Con eso pretenden descalificar la ideología progresista, directamente, y la dimisión del gobierno como colofón. Es un mal camino. Si hay desacuerdo con las medidas contra la violencia de género o con decisiones en torno al salario mínimo o al tratamiento a los extranjeros, desacuerdo a todas luces legítimo, discútase y arguméntese. Pero vamos a olvidarnos de caminos torticeros. Y, sobre todo, nada tiene que ver el progreso con la corrupción y con esquilmar al estado. Si se da la corrupción, si hay abusos de poder, si ha de dimitir el gobierno, si ha de haber nuevas elecciones, todo eso será independiente de que se trate de un gobierno progresista. La corrupción y el ansia de poder no son exclusivas ni del progreso ni de la reacción.

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