
Paso a paso
Rafael Leopoldo Aguilera
Seminario diocesano
Querido profesor, querida profesora, si necesitas poner notas (calificar) para dar clase, quizá debas dedicarte a otra cosa. Si tu herramienta, arma, instrumento y motivación principal es la espada de Damocles de aprobar, suspender, subir nota, poner «un positivo» o «un negativo», es mejor que dejes la escuela y dejes a tu alumnado en paz. Esta vez empiezo por el final. Normalmente el lenguaje de estas columnas suele ser comedido, llegando a conclusiones en el último párrafo. Esta vez lo hago al revés, no sea que no llegues hasta el final, querido profesor, querida profesora… por si leer no es lo tuyo.
Si estudiaste magisterio, se supone que tu máxima motivación es enseñar, educar, hacer que los niños y niñas aprendan. Has de saber, entonces, que aunque queramos las mejores notas para todo el alumnado, esa no debe ser la finalidad última. Si trabajas en cualquier otra etapa educativa, recuerda por qué estudiaste filología, biología, música o física. ¿Te interesaba solamente tener un título? ¿sentías al menos cierta curiosidad por tu ámbito de conocimiento? ¿Dependía esa curiosidad, ese interés o esa pasión de las calificaciones que obtenías? ¿por qué no centrarse en cultivar la curiosidad en el alumnado? ¿son las calificaciones la mejor manera de promoverla?
Las notas enseñan la mayor de las lecciones, mucho más potente que la mejor de tus clases: da igual lo que hagas, cómo lo hagas, si haces trampas, si aprendes poco o mucho, nada importan tus valores personales, si eres una persona autoritaria, dialogante, amable o agresiva… solo importa el número. Esta lección, repetida una y otra vez, como mínimo tres veces al año, multiplicada por cada una de las asignaturas del currículo, incrementando su frecuencia a medida que se va subiendo de curso, queda grabada a fuego entre el alumnado. Y lo que hoy llamamos alumnado mañana lo llamaremos ciudadanía, una ciudadanía que pensará solo en la recompensa, en obtener algo a cambio de lo que se hace, no en el disfrute, los valores, el camino o el aprendizaje. Por eso si ha llegado este final de curso y no sabes qué hacer durante estos últimos días, la gran mayoría de tu alumnado deja de asistir, permites que tu horario consista en horas y horas libres sin hacer nada porque «total, las notas ya están puestas», en serio, deja a los chicos y chicas en paz. Serán, serás y seremos mucho más felices si te dedicas a otra cosa.
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