Ese diario

No se puede ir en contra de la tecnología. Bueno, se puede, para ser un figurón de frac y capa con sombrero de copa

Ese diario insolente, indolente, que leo pero no a diario, que se hace eco de las fábulas pro régimen con ciento un voceros atacando por todos lados. Ese diario lo compro a pésar de que ha subido su precio a dos euros. Dos euros por unas hojas con cada vez más esbeltez y cada vez más tupido en su coraza para que nunca atraviesen los rayos del sentido común. Que siempre perdona a los suyos y lanza dardos contra los otros. Siempre un amago de pero siempre seremos mejores que vosotros hagamos lo que hagamos. Ese diario que ha sacado toda la artillería del desván de los carros de combate mohosos para lanzarla contra el tema de Ferrovial. Artículistas, columnistas, opinionistas, editorialistas a fuego de ráfaga con metralleta de repetición. Una y otra vez, todos a una, uno para todos y todos contra todos. Y yo aún así lo compro y lo leo porque lo mejor sigue siendo cualquier cosa que no sea política. Marta Peirano, por ejemplo, que he descubierto en sus páginas. Y no hablaba de política de mauser francotirador sino de inteligencia artificial, tecnología, las viejas claves de las nuevas claves, el reverso y el anverso de los big datas para que los luditas sigan metiendo su tiket en la máquina expendedora del parking y saluden al vigilante. Ella que antes lanzaba su item desde el muy interesante, que desde que se fue es menos interesante, ahora reflexiona en las páginas de ese diario. Para que los novelescos que no se fian del bizum o las compras por internet o reniegen de las apps y las webs, de puño y letra y con el simón para ir al centro fustigando al caballo ella decía cosas extrañas. No se puede ir en contra de la tecnología. Bueno, se puede, para ser un figurón de frac y capa con sombrero de copa. Pero si ya no se llevan los sombreros y a los que le quedan bien es solo un tic extravagante con el que no puedes ir a donde van los de corte a medida de siempre trajes azules. Pero Marta Peirano no me habla de bigs y de apps sino de beatnik y San Francisco. Quizás un manual de estilo la haya aconsejado que deje en paz la tecnología y nos dé internacionales vistas del mundo. Si no sé cuando sale, y soy irregular en la compra de ese diario, ya nos veremos en coincidencias extrañas de días al azar. Desde el estrambótico mundo de afuera no queda rastro de lo insistente, con cada vez menos nichos de lo verdadero, tendremos que conformarnos con la guerra de guerrillas.

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