Medio siglo
Equipo Alfredo
Público y privado: el cuarto oxímoron
El 25 de abril de 1974 la Policía alemana occidental detuvo a Günter Guillaume, secretario personal del canciller socialdemócrata, Willy Brandt, por ser un espía al servicio de la Alemania Oriental (comunista).
El escándalo fue tan tremendo y sonado que Brandt, Premio Nobel de la Paz y referente durante décadas de los socialistas del mundo, presentó en diez días la dimisión de sus cargos y se marchó a su casa. Aunque Guillaume hizo un daño limitado a la seguridad de la RFA porque su función se centraba en llevar la agenda y la correspondencia de Brandt con su partido, éste no lo dudó. No dijo que estaba sorprendido o decepcionado –seguro que lo estaría–, sino que dijo: “Acepto la completa responsabilidad política por la negligencia (...) y presento mi renuncia (...), que tendrá efecto inmediato”.
Medio siglo después, en noviembre de 2023, detuvieron en Portugal al jefe de gabinete y a un empresario amigo del primer ministro, el también socialista prestigioso Antonio Costa, por presuntas irregularidades en la concesión de proyectos relacionados con el litio y el hidrógeno. Costa no dijo sentirse decepcionado ni que no sabía nada sobre las actividades de sus dos allegados. Únicamente dimitió con un argumento: “La dignidad de las tareas de un primer ministro no es compatible con ninguna sospecha sobre la integridad, el buen comportamiento, y menos aún con cualquier tipo de acto delictivo”. En abril de 2024 quedaría exonerado por la Justicia de toda implicación en el caso.
Con medio siglo de distancia Brandt y Costa actuaron en situaciones complicadas con grandeza, sentido del deber y responsabilidad. Como se espera de un líder socialista o socialdemócrata bajo cuya guardia se han producido graves hechos de corrupción o traición al Estado democrático, y a cargo de estrechos colaboradores suyos. No les bastó con pedir perdón de palabra, que es muy fácil, ni esgrimir la presunción de inocencia de los aún no juzgados, ni confesarse decepcionado por su traición. Hicieron lo que tenían que hacer. Declararse responsables de los escándalos y obrar en consecuencia.
Este martes se cumplen tres años de la elección unánime de un español como líder de la Internacional Socialista. Es el mismo que había alzado a la cúspide y a la mesa camilla del PSOE durante ocho años a dos connotados corruptos, y aguarda los juicios de su mujer y su hermano, también por presunta corrupción.
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