Hijos del Sahara

07 de noviembre 2025 - 03:09

Muchos de la generación de la Transición hemos crecido alimentados por los relatos del Sahara español, quizás la gran aventura de nuestros padres. Más que historias de abuso colonial (con todos los matices que se quiera España tuvo allí un papel paternalista sobre la escasa población) eran relatos a lo Beau Geste, con patrullas eternas por el desierto en viejos Land Rover, noches bajo cielos metafísicos, días de guarnición en Fuerte Chacal y contactos con tribus nómadas que te honraban con leche de camella. Un mundo duro y castrense que nuestros progenitores recordaban con la nostalgia con la que todos evocamos nuestra juventud.

Del Sahara nos retiramos hace 50 años con prisas y formas poco honorables porque EEUU así lo decidió. Un astuto Marruecos supo aprovechar su oportunidad de controlar un territorio que tenía demasiada pesca y demasiados fosfatos para que se lo quedasen unos pastores de cabras y dromedarios. En España había auténtico terror a una guerra colonial en unos momentos en los que Franco estaba agonizando o ya había muerto. No querían ataúdes y madres de luto que provocasen una Revolución de los Claveles a la española.

España cometió muchos errores y cobardías en la descolonización del Sahara, es cierto, pero poco se recuerda la responsabilidad del Frente Polisario, que apostó por el bando perdedor de la Guerra Fría y, en vez de buscar una solución pactada con nuestro país, se dedicó a hostigar a las tropas con muertos y secuestros. Todo se podría haber hecho con más inteligencia.

La definitiva victoria en la ONU de la tesis marroquí de que aquellos desiertos y malpaíses son suyos (por mucha autonomía con que se quiera vestir el muñeco) nos deja una paradoja española. La izquierda, que durante estas últimas cinco décadas se ha portado con nobleza y corazón con el pueblo saharaui, ha sido la que finalmente le ha clavado el rejón de muerte a su causa, ya definitivamente perdida. Tantos discursos de solidaridad han acabado con un golpe seco, como de entierro. Igual que el franquismo traicionó su retórica españolista de la provincia 53, con sus jefes tribales en las cortes del régimen y sus maestros nacionales, el sanchismo ha pisoteado años de discursos pro polisarios.

Uno lo siente por los saharauis, meros figurantes en una historia que nunca les perteneció. También por España, enfangada en sus varias traiciones. Y, finalmente, por todos los hijos del Sahara que vemos alejarse un poco más un territorio que fue parte importante de la historia de nuestro país y de nuestras familias.

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