Una instrucción rocambolesca

30 de septiembre 2025 - 03:11

La última falta que ha cometido Begoña Gómez es no haberse presentado a la cita del juez Peinado el pasado sábado. Lo cierto es que, según lo establecido en el código procesal penal, no tenía obligación de asistir, pero dejar plantados a los manifestantes que estaban preparados con banderas y pancartas a las puertas de los juzgados de la Plaza de Castilla para organizar la fiesta, no tiene perdón. Ante la frustración de no haberse desahogado insultando a Begoña Gómez, los manifestantes pudieron consolarse aprovechando la ocasión para felicitar al juez Peinado por su 71 cumpleaños. Yendo al grano, veremos lo que resulta de la rocambolesca instrucción a la que el Juez de la tarima lleva dándole vueltas. Como resulte una condena por malversación y la sentencia cree jurisprudencia, todos los funcionarios que tengan personal bajo su mando van a tener que mirar con lupa su relación con las personas que dependan de su dirección. Yo mismo, si hecho la vista atrás, no me libro de haber sido un delincuente a lo largo de mi carrera administrativa, si los hechos de los que se le acusa a la mujer del presidente, algún día llegan a ser considerados delictivos. Son incontables las veces que habré pedido que me compren un periódico a algún funcionario que haya salido de la oficina a la calle por alguna razón. Y por citar algún caso concreto, en mi época de aficionado, recuerdo que uno de los funcionarios que trabajaban en mi servicio, tenía un primo con influencias en la taquilla donde se vendían las entradas de los toros y todos los años me conseguía unas entradas de sol, que eran mucho más baratas, en un lugar de la plaza donde, a los cinco minutos, daba la sombra. Por añadidura le pedía que, si pasaba por un comercio cercano, me comprase un par de cajitas de Gaseosa el Tigre. Pero el delito más grave sería, probablemente, el que cometía cuando llegaba la Navidad. Resulta que yo era miembro de una asociación cultural que, como suele ser habitual, vendíamos décimos de lotería para sacar un dinerillo. Algunos se ofrecieron a vender décimos de lotería de mi asociación y les agradecí el favor. Hoy el juez Peinado, me habría metido en chirola, pero entonces, un año nos tocó la pedrea y lo celebramos comiendo unas migas con engañifa.

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