La tapia con sifón
Antonio Zapata
Pudieron ser estrellas, 3: El Rincón de Juan Pedro
La democracia debería tener mecanismos de defensa. De alguna forma, tendría que poder defenderse y defender a la gente de la violencia de los fascistas. El fascismo avanza en todo el mundo, y seguramente seguirá avanzando en los próximos años. Los emuladores de Trump han progresado en todo Occidente. También en España, donde siguen los mismos pasos y etapas que en los años 30 del siglo pasado. Han atacado ya 250 sedes socialistas. Han producido disturbios en numerosas universidades, en un tour violento y provocador que está financiado por poderosos valedores. Quieren sembrar el miedo, la inseguridad y el desorden, y producir en la gente desafección al sistema democrático. Aprovechan la inanidad del sistema educativo en materia democrática, el vacío cultural que una débil, por no decir inexistente educación para la convivencia ha dejado en dos generaciones de españoles, precisamente las dos que han disfrutado de democracia desde la promulgación de la Constitución de 1978.
¿A qué intereses sirven los fascistas? ¿Quién se beneficia de la violencia fascista? Los fascistas, si buscamos sus fundamentos económicos, no entienden de economía, al contrario, la desconocen o la ignoran a sabiendas de que los buenos datos económicos para nuestro país no les permite mucha elucubración sobre un derrumbe, un caos o un mal resultado próximo o futuro para España. Por eso se decantan por lo identitario, que abarca desde inculcar un mensaje racista y xenófobo, machista y retrógrado, hasta hacer uso partidista y exclusivista de los símbolos nacionales y de la monarquía parlamentaria y reinterpretar la historia de modo conservador y franquista, lo que ya conocemos los que tenemos una edad.
Pero no los jóvenes, que no tienen información ni explicación clara de lo que fue el franquismo. Tampoco de la Transición y de la conquista de la democracia a la muerte de Franco. No valoran, por tanto, las libertades de que disfrutan desde el nacimiento. El natural rebelde de los jóvenes, que en los años 70 se decantó por la democracia como reacción a la dictadura, hoy es objetivo de los fascistas, que les hacen creer que ellos son la renovación y el cambio, ocultándoles que son los ladrones de sus derechos y libertades. Todo esto habría que explicarlo desde los medios de comunicación democráticos. Y subsanar ese déficit educativo que ahora nos puede llevar a caer en las garras fascistas.
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