Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Puede que me sienta nostálgico; puede que lleve hasta las últimas consecuencias el aforismo de que “lo que funciona, no se toca”; pero también puede ser que esté deseando decir “a voz en grito”, aunque eso sí, con mucha educación, que estoy hasta los mismísimos pocos pelos que me quedan en la cabeza, de tanto personaje funesto que nos ha invadido.
Pero eso sí, que tengan claro que me uno al “corajudo” Miguel Hernández con su poema:
“Andaluces de Jaén, / aceituneros altivos, / decidme en el alma: ¿quién, / quién levantó los olivos?.
No los levantó la nada, /ni el dinero, ni el señor, / sino la tierra callada, / el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura / y a los planetas unidos, / los tres dieron la hermosura / de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano, / dijeron al pie del viento. / Y el olivo alzó una mano / poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén, / aceituneros altivos, / decidme en el alma: ¿quién / amamantó los olivos?.
Vuestra sangre, vuestra vida, / no la del explotador / que se enriqueció en la herida / generosa del sudor.
No la del terrateniente / que os sepultó en la pobreza, / que os pisoteó la frente, / que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán / consagró al centro del día / eran principio de un pan / que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna, / los pies y las manos presos, / sol a sol y luna a luna, / pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén, / aceituneros altivos, / pregunta mi alma: ¿de quién, / de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava / sobre tus piedras lunares, / no vayas a ser esclava / con todos tus olivares.
Dentro de la claridad / del aceite y sus aromas, / indican tu libertad / la libertad de tus lomas.
Defiendo la energía solar. Defiendo la eólica. Pero también defiendo la tierra, porque sin ella no tiene ningún sentido decir que defendemos y cuidamos la Naturaleza. ¿Es que vamos a permitir que esquilmen, que destrocen, que eliminen, que corten, que arranquen el mayor olivar del mundo?. Pondré “los puñados de tierra que pueda” para tapar los hoyos donde se anclarían esas placas solares. Cada cosa en su sitio.
Otro día hablaremos de las viñas de Ciudad Real. ¡Qué porquería de Naturaleza queremos dejarles a nuestros hijos!
También te puede interesar