Que llamen a Antonio

10 de octubre 2025 - 03:09

Si hay que sustituir a la consejera de Salud en los días más delicados para la sanidad andaluza, que llamen a Antonio Sanz. Si hay que gestionar el fuego que a punto estuvo de arrasar Zahara de los Atunes el pasado julio, que avisen a Antonio Sanz. Si hay que ponerse el chaleco de emergencias y permanecer en el puesto de mando avanzado de cualquier incidencia, cerrar los colegios en previsión de los efectos de un temporal, o acudir a primera hora de la mañana a un plató a defender los criterios del Gobierno, que vaya Antonio Sanz. Si una tarde de otros tiempos se conocía que había que estar en la sede de Génova a primera hora de la mañana y ya no había billetes de AVE, a ver si Antonio Sanz puede conducir por la noche para estar en Madrid a las ocho de la mañana. Cuando truena, Antonio Sanz ejerce las funciones de Santa Bárbara. El BOJA se convierte en el santoral andaluz con la publicación del nombramiento de Antonio como consejero de Salud. Hay una realidad palmaria: cuando viene la ola arrolladora se prescinde de los perfiles de funcionarios, de los teóricos de la política y de los que proceden de la empresa privada para generar un pretendido barniz tecnocrático. En la hora incierta se tira de una apuesta segura que, al menos, garantice que no se irá a peor. Que no es poco, que diría Rajoy.

El asunto es delicado porque afecta directamente a la vida de personas. Por eso se exige que, al menos, no se contribuya a echar más troncos de declaraciones desafortunadas al fuego del escándalo. Tenemos ya servida una dimisión, ojalá se consiga con celeridad el primer objetivo y más importante: la garantía de salud, las garantías de un sistema de cribado sin fallos de ningún tipo. El riesgo de una dimisión radica en el período que tarda el nuevo cargo en coger las riendas de una consejería mastodóntica, un temor mayor cuando, insistimos, se juega con la salud. Es cierto que el riesgo se reduce al máximo al colocar al frente de Salud al ya consejero Sanz. El incendio que ahora tiene que perimetrar, estabilizar y apagar este Antonio puede ser el más delicado de los que se ha encontrado. Su alcance es desconocido, el eco va mucho más allá de Andalucía y ha roto la estabilidad del momento político, cuando se barajaba el adelanto electoral y se administraban los anuncios de desgravaciones fiscales. La oposición, que no ha estado nada fina en muchos momentos, ha mordido por fin un hueso. Algunas reacciones han sido lamentables al dejar patente una instrumentalización del caso con fines electoralistas. Se puede y se debe escrutar y fiscalizar la gestión del gobierno, pero debe haber ciertos límites, máxime cuando, repetimos, se trata de la salud. El Gobierno lleva la penitencia en los errores. Salió bien parado de la pandemia o de la crisis de Doñana, pero no sabemos cómo escapará de este escándalo donde el PSOE ha visto el primer gran agujero del Gobierno andaluz. De momento, que llamen a Antonio. Y los técnicos que se metan en el burladero.

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