NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Este es el esquema de la mayor parte de las intervenciones que tenemos que padecer cuando decidimos, muy a nuestro pesar, escuchar lo que nos dicen desde la tribuna y los bancos del Congreso. Y algo parecido oímos o leemos en muchos medios de comunicación que, al igual que los partidos, también están polarizados. Una sarta de reproches a veces sin sentido que lo único que buscan es la derrota del contrario. No creo que traten de encontrar la verdad. Están muy lejos de ese proceso que describía D.Quijote al ayudante de Maese Pedro el del retablo: “para sacar una verdad en limpio menester son muchas pruebas y repruebas”; se limitan a acusaciones muchas veces sin mayor fundamento. Me da por pensar que aquellos “diálogos para besugos” que aparecían en el TBO eran más inteligentes que estos dimes y diretes. Empezaría diciendo que me parece de todo punto inaceptable la utilización de un lenguaje hiperbólico y repetitivo hasta la exasperación, el extender no ya la sospecha sino incluso la acusación a todo lo que se mueve alrededor de una más que penosa trama corrupta. Sin embargo quisiera detenerme en la utilización del “y tú más” como respuesta a las diatribas de la oposición. ¿Tiene sentido? Me parece claro que como mecanismo de justificación de los propios errores es algo absurdo, una torpeza. En todo caso, el que los otros sean peores (al menos así lo quieren creer) no significa en modo alguno que queden exculpados o justificados en su malandanza. En lugar de esas respuestas toca asumir el propio error y hacer frente a las consecuencias; tal como puede suceder en cualquier proceso penal. Vulgaridad: “a lo hecho, pecho”. No obstante, habría que poner en contexto estas respuestas que sacan a la luz los pasados errores y los delitos de los que con tanto ahínco se ceban en la corrupción presente. ¿Cuáles serían las consecuencias si ante las acusaciones que se vierten se guardara silencio? Pienso que daría la impresión en los que escuchan los denuestos emitidos una y otra vez que acusadores son inocentes del todo y que los únicos culpables son los acusados actualmente. Este el resultado porque la memoria es débil y ante la falta de recuerdos podrían tomarse decisiones en unas futuras elecciones. El mecanismo es sencillo: si estos son los malos, debemos inclinarnos por los otros que acusan. ¿Cambiar unos corruptos por otros? Así no se conseguiría lo que debemos conseguir: eliminar la corrupción.
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