Un relato woke de la extrema izquierda
Mujeres resilientes
El 16 de junio nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de las mujeres resilientes: aquellas que, frente a la adversidad, no solo sobreviven, sino que renacen. La resiliencia, entendida como la capacidad de adaptarse positivamente a situaciones traumáticas, adquiere en las mujeres una dimensión profundamente social y cultural. No es solo una respuesta individual, sino una forma de resistir, sostener y transformar realidades hostiles a través del compromiso, la esperanza y la acción.
A lo largo de la historia, las mujeres han enfrentado guerras, exilios, violencia de género, discriminación, pobreza, pérdida de seres queridos o enfermedad. Y muchas de ellas —con nombre propio o desde el anonimato— han sido capaces de convertir el sufrimiento en aprendizaje, en propósito e incluso en liderazgo.
Malala Yousafzai, Nobel de la Paz, sobrevivió a un atentado por defender el derecho de las niñas a estudiar en Pakistán. Hoy inspira a millones con su mensaje de paz y educación. Rigoberta Menchú, tras la pérdida de su familia durante el conflicto armado en Guatemala, transformó su dolor en lucha por los derechos humanos y por los pueblos indígenas. En España, mujeres como Irene Villa —víctima de un atentado de ETA en su infancia— han convertido el trauma en una vida dedicada a la motivación, la escritura y el testimonio.
Y, al margen de los focos, existen miles de mujeres que, tras un divorcio traumático, una enfermedad grave, la pérdida de un hijo o de un marido, la migración forzada, reconstruyen su vida con dignidad. Madres que educan solas a sus hijos, emprendedoras
que se levantan tras cada caída, cuidadoras invisibles que postergan sus sueños por el bien común.
La resiliencia femenina no es innata ni exclusiva, pero sí profundamente cultivable. Se fortalece en los vínculos con otras mujeres, en la expresión emocional, en la espiritualidad, en el aprendizaje continuo, en la autoestima y en el compromiso con algo más grande que uno mismo. También en el derecho al descanso, al autocuidado y a pedir ayuda cuando es necesario.
En un mundo marcado por la incertidumbre, visibilizar estas historias no es solo un acto de justicia: es una herramienta de inspiración colectiva porque cada mujer resiliente que se levanta no solo reconstruye su propia vida sino que también abre caminos para muchas otras que vendrán detrás.
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