Desde niños nos venden la mentira de que el esfuerzo de ahora será la recompensa del mañana. "Estudia duro y tendrás un buen puesto de trabajo", te dicen, porque ese es uno de los pilares que sustenta una fingida sociedad con igualdad de oportunidades. El hijo del carnicero puede llegar a ministro solo con su esfuerzo. Y nos lo creemos, hasta que somos lo suficientemente mayores para saber que no, que el nepotismo consigue más ascensos que la meritocracia. El ser amigo de tal, familia de cual o lamer el trasero de aquel suma tanto o más que el estudiar duro y, ejercer una profesión con entrega y brillantez. Es más, cuanto más inepto sea el trepa más suele ser su ascenso.

Esto se ve en cualquier trabajo, en una entidad bancaria, una tienda o en el periodismo. Este, el mío, es un mundillo dado al intrusismo y en el que la política juega un papel fundamental: si quiere conocer algún periodista con buen sueldo busque en gabinetes de partidos, instituciones y ayuntamientos. Y hay muchas triquiñuelas para colocar a fulano. ¿Todos están ahí sin mérito? No, los hay muy válidos.

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