NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Continúan los incendios y continúa la polémica sobre qué poderes del Estado tienen la competencia en la materia. En esta misma columna ya expresé mi opinión al respecto que, dicha sea la verdad, no se trataba de una simple opinión, sino la aseveración de lo que figura escrito en el artículo 148 de la Constitución cuando establece que las comunidades autónomas podrán asumir competencias en “los montes y aprovechamientos forestales“ y en “la gestión en materia de protección del medio ambiente”. Como dije, dichas competencias fueron asumidas por las comunidades autónomas. Asumir competencias es una iniciativa de las comunidades autónomas para obtener más poder y distribuir cargos entre personas afines al partido político que consigue tomar el gobierno. Puesto que estamos en Andalucía, entre los organismos creados por la Junta para asumir las competencias que les fueron transferidas, cuenta con una Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente. Dicha consejería, a su vez, dispone de una Viceconsejería, una Secretaría General de Ambiente y Cambio Climático, una Dirección General de Política forestal y Biodiversidad, Una Dirección General de Sostenibilidad Ambiental y Economía Circular, Una Dirección General de Espacios Naturales Protegidos, Una secretaría General Técnica y las Delegaciones Territoriales. Con ese organigrama, está muy claro, que son las comunidades autónomas quienes tienen competencias en relación con las emergencias sufridas con motivo de los incendios. Al frente de cada uno de los organismos citados hay un político designado por el PP del que no se conoce su nombre. Tienen competencias en relación con el cargo mencionado, retribuido con una generosa paga, pero ninguna responsabilidad, según declaraciones de Núñez Feijoo y compañía. Con la estrategia del PP involucrando a Pedro Sánchez, tratan de vender la idea de que las comunidades autónomas están supeditadas al Gobierno central, cuando no es el caso. Hace cincuenta años que acabó la dictadura y la sombra de un poder central permanece en el ambiente. Ni el gobierno es un poder jerárquico, del que dependan las comunidades autónomas, ni Pedro Sánchez es el jefe supremo del que dependan los respectivos presidentes. Que cada palo aguante su vela.
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