Una respuesta para tres preguntas

05 de junio 2025 - 03:12

Era retórica la pregunta de Eneas, la de Jacopone da Todi, la de Miguel Hernández? Nuestra historia, la historia de la humanidad, está henchida de tragedias. Algunas son causadas por la naturaleza. Pero otras muchas (reales o no) las hemos provocado los humanos. En algunos casos son de tal dimensión que provocan una fuerte compasión en quienes las contemplan y resulta inexplicable, y con razón, que alguien no la sienta. Por ejemplo, recuerdo que cuando Eneas le relataba a Dido cómo había vivido la destrucción de Troya se preguntaba retóricamente: “¿Habrá alguien, entre los Mirmidones o los Dolopes, o algún soldado del duro Ulises que pueda contener las lágrimas al escuchar cono fue destruida Troya?” Era la destrucción de toda una cultura, una auténtica barbarie. O me viene a la mente aquel poema medieval, el Stabat Mater, en el que el poeta , compungido, se peguntaba “¿Qué hombre no lloraría, quién no se entristecería al ver a aquella piadosa madre envuelta en tanto suplicio?” Una madre, en presencia de su hijo que expiraba, con su hijo en el regazo. También se preguntaba Miguel Hernández a la vista de aquel niño yuntero, desamparado “¿Quién salvará a ese chiquillo, menor que un grano de avena, de dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena?”. Tres situaciones a cual más trágica. Y ante las tres se preguntaban, quizá de un modo retórico, que no podría existir alguien tan insensible que no se conmoviera, que no reaccionara hasta el llanto. ¿Y ahora? Tenemos la destrucción de una cultura, la palestina. Destrucción de la ciudad y de sus gentes. Hijos muertos en el regazo de sus madres; no uno sino cientos, tal vez miles. Niños solos en el mayor de los desamparos. Peor que el yuntero. Dicen algunos sociólogos que nos estamos insensibilizando poco a poco por la costumbre de ver tales desmanes, pero que no obstante cuando nombran los sufrimientos de los palestinos experimentamos una profunda empatía. ¿Erá retórica la pregunta de Eneas, de Jacopone da Todi, de Miguel Hernández? Me temo que no. Aún se escuchan algunas declaraciones que manifiestan una insensiblidad total. Sin ir más lejos, las “bocanadas” del alcalde de Madrid y de aquella que alguna vez se fotografió como una dolorosa, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayudo. Ni llorarán ni salvarán al chiquillo. A ella no le importan estas muertes. Defienden la actitud de los israelitas que no es “morir matando”, sino vivir (¿?) aunque sea matando inocentes.

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