Tiempos de vino blanco

01 de septiembre 2025 - 03:09

Contaba este Diario el otro día que las bodegas almerienses venden ya más blanco que tinto. Por una vez estamos a la moda sin retraso: en el mundo los blancos acaban de superar en ventas a los tintos. No parece apropiado hablar de vinos en plena resaca ferial, aparte de cada vez se bebe menos vino en este país. Pero es una excusa para contar una vieja anécdota relacionada con el vino en la hostelería almeriense. Aunque se bebe menos vino, hemos mejorado mucho en la calidad y en la variedad en las cartas de vinos, al menos en algunos bares y en bastantes restaurantes. En la época de la anécdota que voy a relatar, se bebía “vino de la casa”, no solo en tascas y puestos, y apenas te ofrecían, en los mejores restaurantes, algunos riojas: tintos de Paternina, Riscal o Cune, blanco Monopole y semidulce Diamante “para las señoras”.

En el verano de 1969 cenábamos mi novia y yo en el antiguo Club de Mar y pedimos el blanco seco Monopole de Cune. A mitad de la cena faltó vino y pedí otra botella. El camarero, un profesional reconocido en Almería (no era ningún novato ni aficionado), nos trajo una botella de Marqués de Riscal blanco y dijo: “No nos queda Monopole, pero les traigo otro blanco de Rioja que también es muy bueno”. Le contesté que es cierto que era muy bueno pero que no era de Rioja. El camarero, muy digo y con lástima por la ignorancia de aquel jovenzuelo, replicó: “¡¿A mí me va usted a decir que el Marqués de Riscal no es de Rioja?!”. Yo, muy tranquilo, le dije que mirara la etiqueta. Cuando, sorprendido, vio que era de Rueda se quedó muy corrido y no volvió a abrir la boca.

El regusto nostálgico del recuerdo de aquella velada tiene dos caras distintas. Una, por constatar que éramos capaces de bebernos una botella de vino por cabeza sin pestañear. Y dos, por comprobar lo poco que hemos avanzado en Almería en conocimientos enológicos en nuestra hostelería. Hablo en general, claro, existen magníficos profesionales -camareros, sumilleres y propietarios- que aman y conocen el vino. Pero son poco y, sobre todo, tienen muy pocos clientes que les pidan que exhiban sus conocimientos. En la mayoría de locales, a los pocos que no piden cerveza, tinto de verano o refrescos, les suelen ofrecer “rioja, ribera o verdejo”, sin especificar marcas, seguramente porque no las conocen. Y si alguno insiste le endilgan la famosa frase “yo es que no entiendo de vino”.

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