La titulitis no vale para todos

31 de julio 2025 - 03:09

Seguramente a más de uno le suene esta conversación cuando empieza a buscar trabajo:

—Hola, buenas, quería trabajar aquí —preguntó un chaval de 30 años. —Mire, necesita la licenciatura, dos másteres y nivel alto de inglés y francés —respondió la secretaria de la oficina.

En un mundo perfecto, es ideal que se exijan numerosos conocimientos para ejercer a la perfección tu puesto de trabajo. La formación y el conocimiento son clave para el ser humano, pero ¿por qué al ciudadano de a pie sí y no a un gestor como un ministro? Es el eterno debate, el de la titulitis. Es cierto que, por muchos estudios que tengas, no todo vale, pero creo que se debería exigir un mínimo, como se lo hacen a los que están en el barro, y tener alguna especialidad en la materia que al fin y al cabo van a gestionar. Todo esto que les cuento viene por el famoso currículum falseado de la exdiputada del PP, Noelia Núñez. Dimitió por decir que tenía no sé cuántas licenciaturas cuando era todo mentira. Muchos se han tirado el pisto con esto, de todos los colores. Ahora el debate se ha abierto y la clave es si un ministro, alcalde o concejal tiene que tener unos estudios mínimos para ejercer bien esa responsabilidad que el ciudadano paga con sus impuestos. Yo creo que sí. Aunque también les digo que, como esas oposiciones o exigencias sean como la de los maestros de Andalucía, no llega nadie ni a conserje del ayuntamiento. Les cuento, por un caso muy cercano, que me entero de que esta oposición se aprueba según el tribunal que te toque, no por la nota de corte. Es decir, si el tribunal ‘X’ tiene que meter a 60 personas y la nota más alta es un 5, los restantes se meten a pesar de que hayan suspendido. Mientras tanto, al que le ha tocado el tribunal ‘Q’, teniendo un 8, se aguanta porque le ha tocado en su clase a los listos y la nota de corte está en un 8,5. Es decir, tenemos a gente que ha conseguido una plaza sacando un 4 y el del 7 se queda fuera. En un país con sentido, nada sería así. Cómo no sería así que una ministra de Hacienda no tenga ni la licenciatura de económicas ni haya sacado una oposición de la administración relacionada con la materia. Eso sí, para ser maestro es más difícil que un problema de astrofísica cualificada, aunque haya algunos que lo han conseguido por el caprichoso azar.

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