
Paso a paso
Rafael Leopoldo Aguilera
San José, protege a tu pueblo
Endesde las primeras civilizaciones hasta las metrópolis contemporáneas, el trazado de la ciudad ha sido una manifestación del pensamiento humano y un reflejo de nuestras aspiraciones y necesidades. La trama urbana es algo más que orden, calles y plazas; es la matriz que da forma a la vida cotidiana, al movimiento y a las relaciones humanas. Cada sociedad ha impreso su propia huella en el diseño de sus asentamientos, desde las rígidas cuadrículas de las colonias romanas hasta los laberintos irregulares de las medinas árabes.
Algunas de las tramas urbanas más icónicas han respondido tanto a ideales como a desafíos prácticos. En el siglo XIX, Ildefonso Cerdá concibió su famoso plan para Barcelona con un enfoque casi utópico. Su cuadrícula ortogonal, con manzanas achaflanadas y grandes avenidas, no solo facilitaba la movilidad y la ventilación, sino que también preveía una sociedad más igualitaria, donde el espacio público tenía un papel fundamental.
París, se reinventó bajo la visión de Haussmann. La ciudad medieval de calles estrechas y sinuosas, fue reemplazada por amplios bulevares, plazas majestuosas y una red de ejes que buscaban no solo embellecer la ciudad, sino también modernizarla y facilitar la circulación. Esta intervención supuso la demolición de barrios enteros, pero dio lugar a un París monumental, ordenado y visualmente armonioso. Al otro lado del Atlántico, el urbanismo tomó un rumbo diferente. En Estados Unidos, el sistema de “acre y lot” organizó las ciudades sobre la base de parcelas individuales con patios y espacios abiertos, en contraste con la compacidad de las urbes europeas. Esta planificación, ligada a la expansión colonizadora, moldeó el carácter de ciudades como Chicago o Los Ángeles, donde la movilidad dependía del automóvil y la trama urbana se expandía sin los límites físicos de los antiguos centros históricos.
Sin embargo, dentro del orden aparente de cada planificación urbana, persiste la imperfección. Las ciudades, como organismos vivos evolucionan de manera impredecible, generando espacios caóticos dentro de la estructura pensada. Calles que se ensanchan o se estrechan sin razón aparente, plazas que nacen del encuentro espontáneo de caminos, barrios que se desarrollan de formas imprevistas. Esta irregularidad es lo que otorga carácter y humanidad a las ciudades, recordándonos que, más allá de la rígida geometría la arruga también puede ser bella.
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