NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
El pasado domingo el PP convocó una concentración en Madrid a la que acudieron 40.000 ciudadanos según la Delegación del Gobierno y 80.000 según los organizadores de la movida, contando uno por uno. El lema de la protesta era “¿Mafia o democracia?”. Vayamos por partes. En 2023 hubo unas elecciones libres y Pedro Sánchez fue nombrado presidente del Gobierno por haber obtenido la mayoría de votos en el Congreso de los Diputados, como está establecido en la Constitución. Si el señor Feijoo considera que el Gobierno merece ser sustituido, tiene la facultad de presentar una moción de censura, pero una manifestación en Madrid, por muchos que sean los participantes que hayan acudido a la cita, no produce efectos, porque el vocerío callejero no está previsto en la legislación vigente como procedimiento para destituir a un gobierno legítimo. En cuanto a considerar que vivimos en una dictadura, que es otra de las acusaciones con las que se condena a Pedro Sánchez, no tiene mucho sentido declararlo en una manifestación pública, a plena luz del día y pronunciando discursos, con absoluta libertad, cuyo contenido son una sarta de improperios al presidente del Gobierno sin límite alguno. Por si faltara poco, a escasos metros de la manifestación del PP, junto a la sede del PSOE, unos patriotas enarbolando banderas con el aguilucho, se desahogan gritando “Pedro Sánchez hijo de puta”, sin correr el menor riesgo, para animar la fiesta. Y para rematar la faena, no puede haber mayor descaro por parte del PP que organizar una concentración en el Templo de Debod, para manifestarse contra la corrupción. Vemos en la tribuna liderando el encuentro a un individuo cuyo nombre coincide – M. Rajoy - con las iniciales que aparecieron en la lista de pagos en los papeles de Bárcenas. Con mucha desenvoltura nos da un discurso la novia del Ciudadano Particular que se puso la botas con el negocio de las masacrillas. Y en la sombra permanecen tantos nombres de ranas que, si los citase, no cabrían en esta columna. En cuanto a los políticos de Almería que se desplazaron a Madrid para protestar contra la corrupción, con lo fácil que se lo han puesto en la Diputación, podrían haberse acercado a la calle Navarro Rodrigo y se hubieran ahorrado el viaje.
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