Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar, me ha repetido mi padre a modo de mantra en mil ocasiones. "Tú pide, que el no ya lo tienes". En el contexto de la vuelta al cole más inverosímil e incierta de cuantas hayamos vivido, todos piden. Piden los padres, que amenazan con no llevar a los críos a clase -si cumplieran todos, ya no habría problemas con las ratios-. Piden los profesores. Piden los concejales y alcaldes, casi siempre a aquellas administraciones gobernadas por los 'otros'. Creo que los únicos que no piden son los propios niños, que si en algo nos ganan a los adultos por goleada es en capacidad de adaptación. Ante el vicio de pedir, y no recibir, la virtud de pensar, 'tunearía' yo aquella frase de cabecera de mi progenitor. Llevo contados por decenas los ayuntamientos almerienses que han ofrecido a la Junta espacios públicos de sus municipios para aliviar de niños las clases y garantizar distancias de seguridad. La Junta lo agradece, y emplaza a los equipos directivos de los coles a que lo soliciten. Y yo no entiendo por qué no lo hacen. Se me ocurren mil formas de aprovecharlo durante el curso. Pero es más fácil pedir.

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