Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Decía Octavio Paz que, “con el poder puede hacerse mucho daño y poco bien”. Sólo hay que recordar los horrores del siglo XX. Lenin consiguió el poder absoluto para crear el comunismo. Stalin lo implanto en Rusia, pero luego lo amplió a toda Europa del Este. Inventó el gulag.
Hitler usó el poder absoluto para intentar borrar de la tierra a los judíos. Le inculcó a los alemanes, que eran cultos, la idea de la supremacía aria. Al final: 47 millones de civiles muertos y 19 millones de militares muertos. ¡Todo para nada!
En China frenaron la revolución de Mao y ahí están. En realidad son una cleptocracia pragmática y ahí están: produciendo, vendiendo y comprando la deuda de todo el mundo. Son otra cosa muy pragmática.
Fidel Castro hizo una mala copia del modelo soviético. Por lo menos creó organismos para la salud y la educación. No quiso copiar el modelo chino, y mejor no ver la herencia que les dejó los cubanos.
El adorado por algunos paisanos nuestros: Hugo Chávez “trincó” el poder absoluto para crear el “Socialismo del siglo XXI”. Lo único que consiguió fue destruir la petrolera estatal PDVSA e implantar entre sus normas la expresión: “exprópiese”. El resultado es una Venezuela gobernada por un tirano y un pueblo empobrecido y con hambre.
El PRI estaba muy bien organizado y los presidentes del partido tenían un tiempo máximo para el cargo. Había corrupción pero nada en comparación con lo que está ocurriendo ahora con Morena. El camino que llevan: que la propia república acabará pisoteada.
El resultado no será mañana, pero será un país arrasado y un país sin libertad de expresión.
¿Y en España, tenemos de qué preocuparnos? Pienso que sí. Tenemos muchos asuntos de qué preocuparnos.
Pero he querido darle al lector unos apuntes de otros lugares, algunos con carácter humano y cultura parecidos a los nuestros, para que reflexionen y extraigan conclusiones que les indiquen claramente dónde estamos y hacia dónde se encamina esta situación.
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