NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
El verano nos regala una tregua. Una pausa luminosa en la que el tiempo parece estirarse y la vida se vuelve más sencilla. En estos últimos días de agosto, cuando el calendario empieza a llenarse de nuevos comienzos, siento que algo dentro de mí también se renueva.
Descansar no es solo parar. Es volver a habitarse. Es recuperar la alegría de lo pequeño: un libro que nos atrapa, una sobremesa sin prisa, una caminata al atardecer. Es reconectar con lo que nos hace bien, con lo que nos da sentido. Y en ese descanso consciente, la mente se aclara, el cuerpo se suelta y el alma respira.
A veces no nos damos cuenta de cuánto necesitamos parar hasta que lo hacemos. El cansancio no siempre grita; a veces susurra: en la falta de entusiasmo, en la impaciencia, en esa sensación de estar siempre corriendo sin llegar a ningún sitio. Escuchar esas señales es un acto de cuidado. Y cuidarse no es egoísmo, es responsabilidad.
El descanso, cuando es consciente, tiene algo de recogimiento. Nos limpia, nos repara, nos prepara. Y ahora que se acerca septiembre, con su ritmo más marcado, me pregunto: ¿cómo puedo volver sin perder esta calma? ¿Cómo sostener esta conexión interior cuando todo vuelva a acelerarse?
Creo que la clave está en no olvidar lo aprendido. En reservar pequeños espacios de pausa en medio de la rutina. En seguir cuidando lo invisible: la mente, el ánimo, los vínculos. Porque cuando una mujer se cuida de verdad, todo a su alrededor florece.
Estas vacaciones he redescubierto el valor del ocio verdadero: leer por placer, caminar sin destino, mirar el mar sin pensar en nada. He sentido cómo el silencio me ordena por dentro, cómo la naturaleza me devuelve una armonía que a veces pierdo en el ruido del día a día. Y he compartido tiempo con quienes quiero, sin pantallas, sin prisa, solo estando.
Que leer, pasear, crear, compartir… no son lujos, sino formas de nutrirnos por dentro. Que el silencio no es vacío, sino espacio fértil. Y que cuando una mujer se permite descansar de verdad, algo en ella florece.
Ahora que se acerca septiembre, no quiero volver igual. Quiero volver mejor. Más centrada, más ligera, más conectada. Porque la rutina no tiene por qué ser gris. Puede ser un lugar donde aplicar lo aprendido en el descanso: la pausa, la presencia, la gratitud.
Desde el Foro Mujer Sociedad, esta reflexión quiere ser una invitación a vivir con más alegría, más equilibrio y más verdad. A no olvidar que también en medio del ritmo diario podemos encontrar momentos de calma. Y que volver, cuando se hace desde dentro, puede ser el comienzo de algo hermoso. A volver, sí… pero con el alma en calma.
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