La tribuna

521 años del fallecimiento de Isabel la Católica

521 años del fallecimiento de Isabel la Católica
D.A.

El 26 de noviembre de 1504 fallecía nuestra Reina Isabel I de Castilla - La Católica, y por tal motivo, este pasado miércoles, en coincidencia con el día y mes de su fallecimiento, en el Museo de la Guitarra se ha impartido la conferencia “521 años del legado de la Reconquista”, seguida de una misa en la Catedral de Almería en su memoria, organizado por la asociación Enraizados.

La Reina Isabel I es una figura esencial en la historia de España, responsable de: impulsar la unión dinástica de Castilla y Aragón, sentando las bases de la España moderna con un gobierno, ejército y diplomacia unificados; acabar con la Reconquista, poniendo fin a siglos de presencia islámica en la península ibérica; la creación de la Santa Hermandad para pacificar el reino, mantener el orden y someter el poder de la nobleza a la Corona; la consolidación del Estado moderno; el fortalecimiento del poder real frente a la nobleza; apoyar la expedición de Colón, iniciando la expansión territorial en América; el establecimiento de la administración en América, creando mecanismos como la Casa de Contratación de Sevilla para regular el comercio con las nuevas tierras y estableciendo las bases de las “Leyes de Indias”, la unificación religiosa y la reforma de la Iglesia con la ayuda del Cardenal Cisneros.

En su 521 aniversario de su fallecimiento me gustaría destacar un hecho concreto como fue la firma el 20 de julio de 1500 de una Real Provisión por la cual prohibió expresamente la esclavización de los indígenas y se reconocía su condición de súbditos libres de la Corona; previamente, el 20 de junio, mediante Real Cédula, decretó poner en libertad a todos los indígenas americanos que habían sido traídos y vendidos en la península ibérica, ordenando su regreso a América en la flota de Francisco de Bobadilla. Fue el mismo Bobadilla quien apresó y juzgó a Cristóbal Colón por orden de la Reina, para seguidamente trasladarlo con grilletes a España. De esta manera la esclavitud de los indígenas fue abolida formalmente en España, lo que representa el primer reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, un principio jurídico que hasta entonces no había sido contemplado en ninguna legislación, ni aplicado en el orbe.

La Reina había presenciado en Sevilla el desembarco de varios indígenas traídos por Cristóbal Colón tras su segundo viaje. Algunos fueron regalados a nobles y otros vendidos como esclavos. Fueron tratados como seres exóticos, como bienes obtenidos con la conquista de un territorio. Pero la Reina no los vio así. Con firmeza preguntaría: «¿Qué derecho tiene mi almirante (Colón) de entregar como propiedad a mis vasallos?». Con ello dejaba claro que los indígenas no eran ajenos al orden jurídico castellano, ni podían ser convertidos en propiedad privada. Aquel día comenzó el camino hacia la Real Provisión del 20 de junio, firmada con claridad legal: ningún indígena podía ser reducido a esclavitud, y todos los que se hallasen en esa condición debían ser liberados. Esta disposición requirió de una aplicación inmediata con hechos concretos; por eso, un mes después, el 20 de julio, se firmó la orden que activó el proceso de devolución: liberación formal, recuperación bajo custodia regia, y embarque hacia sus tierras de origen.

En una época en la que la esclavitud era práctica común en Europa, donde el apresamiento de “infieles” o “bárbaros” era justificada jurídicamente por canonistas y legistas, Isabel optó por el camino opuesto. Reconoció en aquellos indígenas una dignidad intrínseca que ni la diferencia cultural, ni la lejanía geográfica, ni la ausencia de bautismo podían anular. El hecho de que fueran “descubiertos” no los hacía objeto de dominio, sino sujeto de protección. Este mensaje, aunque muchas veces traicionado en la práctica, fue recogido más tarde por las Leyes de Burgos en 1512 y por las Leyes Nuevas de 1542. Pero el primer acto fue esta devolución ordenada en 1500.

La historia de nuestra Monarquía está marcada por luces y sombras, por abusos y progreso. La decisión tomada por la Reina Isabel puso de manifiesto otra manera de ejercer el poder: una que escucha, que repara, que devuelve. En su brevedad y en su concreción, el acto del 20 de julio de 1500 constituye una de las más tempranas afirmaciones del principio de humanidad en la expansión europea. Es una fecha clave para la historia y hechos como este hacen más grande la figura de la Reina Católica.

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