La tribuna

Dos años de guerra en Gaza

Dos años de guerra en Gaza

Desde su declaración de independiente en 1948, Israel ha tenido que luchar para sobrevivir contra el mundo musulmán en general y en especial contra las naciones fronterizas y organizaciones terroristas como Hamás o Hezbolá. Primero tuvieron que luchar por su propia independencia (de mayo de 1948 a julio de 1949), luego, en 1956, la guerra de Suez; a continuación, una guerra preventiva en 1967 conocida como la guerra de los Seis Días; de 1967 a 1970, una guerra de desgaste; en 1973, la guerra del Yom Kippur; en 1982, la primera guerra del Líbano; de 1987 a 1993, la Primera Intifada; de 2000 a 2005, la Segunda Intifada; en 2006, la guerra del Líbano; de 2008-2009, guerra en Gaza; en 2012, la Operación Pilar Defensivo en Gaza; en 2014, la Operación Margen Protector en Gaza; en 2021, de nuevo guerra en Gaza, hasta octubre de 2023 cuando estalla la actual guerra en Gaza, sin olvidar la guerra latente contra Irán (1979-presente).

Sin considerar las Intifadas, desde 2008 Israel está en guerra permanente en Gaza, prácticamente desde que Hamás se hizo con el poder en esta parte del territorio palestino, por lo que en cualquier análisis de la situación en la franja de Gaza hay que empezar por conocer qué es Hamás, cuyo nombre hace referencia al acrónimo de Movimiento de Resistencia Islámica que surgió teniendo como inspiración a los Hermanos Musulmanes de Egipto, un partido que se opone a vías políticas seculares. En su concepción estuvo, entre otros, el imán Ahmed Yassin, una figura mítica en la historia de Palestina que se mostró muy crítico con el proceso de oposición a Israel de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP, por sus siglas) liderada durante años por el histórico Yasser Arafat.

Hamás se negó a formar parte de la Autoridad Nacional Palestina, creada en 1994 conforme a los Acuerdos de Oslo entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el Gobierno de Israel, y comenzó una campaña de ataques hacia Israel que hizo que este grupo fuera catalogado como terrorista. Su fortaleza comenzó a ser evidente a partir del año 2006, cuando decidió presentarse a las elecciones legislativas previstas en Palestina para ese año logrando una amplia victoria en Gaza, siendo un hecho histórico porque de forma democrática los postulados de Hamás se impusieron sobre los de los otros partidos. Y desde esta victoria política, Hamás ha sido fiel a su Carta Fundacional publicada en agosto de 1988, donde en su Preámbulo dejaba clara su relación con Israel: “existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo destruya, de la misma manera que ha destruido a otros en el pasado”. Esta Carta Fundacional ha sido actualizada en 2017 por unos nuevos estatutos plasmados en el Documento de Principios y Políticas Generales del partido. En estos nuevos estatutos, Hamás abandona las pretensiones de establecer un solo Estado en la región y acepta las fronteras de 1967 como la base para el establecimiento de un Estado de Palestina con capital en Jerusalén, pero sigue sin reconocer explícitamente a Israel, sosteniendo que la resistencia armada contra una potencia ocupante es acorde al derecho internacional, justificando así los ataques a Israel.

Por eso, desde 2008 no ha dejado de atacar a los israelíes recurriendo para ello a todos los métodos posibles, como así ocurrió el 7 de octubre de 2023, que segó la vida de 1400 israelíes y el secuestro de otros 252. Y cuando se van a cumplir los dos años de este ataque, habrá que preguntarse porque Hamás no acaba con el sufrimiento de la población civil rindiéndose, entregando las armas, liberando a los secuestrados que aún siguen vivos y los cuerpos de los torturados y asesinados. La guerra en el campo de batalla nunca la va a ganar. Por lo visto en estos dos años, es tal la bajeza moral y de fanatismo que prefieren ver morir a sus hijos antes que rendirse. De esta actitud, deberíamos tomar nota y no salir tan alegremente a las calles de nuestras ciudades para protestar contra Israel, un Estado de Derecho en guerra contra fanáticos islamistas, en una guerra irregular en la que la población gazatí se ha convertido en escudo de Hamás ante los ataques israelíes, ocultándose sus milicianos allá donde más daño puedan hacer las bombas judías.

Y en este asunto, nuestro presidente debería ser más prudente y sensato en sus palabras y no soltar exabruptos de cara a la galería en sus monólogos de ruedas de prensa bolivarianas.

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