Este 26 de diciembre Almería ha conmemorado el Día del Pendón, es decir, la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, en un acto que supone un reencuentro con una de nuestras más antiguas tradiciones que se celebra con ánimo de convivencia y respeto a la Historia.
“Por Almería, por Andalucía, por España, por los Reyes Católicos y por la integración de todos los pueblos”, grita por tres veces la Alcaldesa tremolando el Pendón Real, recordando una fecha que va más allá de la simple referencia histórica, puesto que representa el salto del medievo a la modernidad y es el origen de la actual sociedad que hemos construido y que ha alcanzado unas cotas de tolerancia e igualdad como nunca conocidas.
Remontándonos en la historia, la invasión islámica de la península ibérica en el siglo VIII representó una ruptura significativa con el mundo hispano-romano e hispano-visigodo precedente, considerado como un conjunto homogéneo y unitario. Dentro de la organización administrativa romana, la península ibérica, aunque dividida en varias provincias, fue siempre considerada como una entidad superior que daba unidad a la división provincial; así Tito Livio hablaba de los hispanos en general, sin creer necesario precisar si eran de tal o cual tribu. Los visigodos unificaron políticamente la península y más tarde espiritualmente por su conversión al catolicismo. El concepto de esta hispania romano-visigoda, unitaria, nunca dejó de estar presente durante los siguientes siglos.
La invasión islámica destruyó la unidad visigoda y dio lugar a la aparición de una serie de núcleos de resistencia cristianos que, tras más de siete siglos de lucha y coexistencia entre ambas mentalidades, dio lugar a una recomposición peninsular en el siglo XV con la unión de Castilla y Aragón, quedando en este siglo sólo en manos del islam el ángulo sureste peninsular donde se mantenía el Reino de Granada que, por religión y cultura, dificultaba el alcanzar la unidad peninsular. Los Reyes Católicos tuvieron claro que era imposible el establecimiento de un Estado unitario y fuerte bajo su monarquía en tanto existiese este Reino, por cuyos puertos de Málaga y Almería no sólo era posible el comercio con África y Oriente, sino, en los casos de apuro, abrir paso a los inagotables contingentes islámicos africanos y orientales. El reino granadino era como un gran castillo imposible de sitiar, ocupando el espacio geográfico más abrupto y montañoso de la península.
Para los Reyes Católicos se hizo prioritario acabar con este último bastión islámico en la península después de la gran reconquista llevada a cabo en el siglo XIII, emprendiendo una serie de campañas militares y diplomáticas para acabar con él, ya que era evidente el riesgo de que los islamistas granadinos pudieran recibir ayuda exterior, no ya procedente de África, sino del mediterráneo oriental, en donde el imperio turco era el dueño de Constantinopla desde 1453 y se había lanzado a la conquista de Europa mediante dos ejes de penetración muy claros: uno, a través de los Balcanes hacia Centroeuropa y otro por el norte de África hacia el estrecho de Gibraltar, envolviendo la península italiana.
Málaga cayó en manos cristianas en 1487, por lo que a partir de entonces al Reino de Granada sólo le quedó un puerto importante, el de Almería; con la caída de este puerto en 1489, aislado por mar de sus correligionarios norteafricanos y del oriente, y cercado por tierra por las huestes de los Reyes Católicos, su rendición era sólo cuestión de tiempo, produciéndose esta en 1492 cuando el 2 de enero el último rey nazarí entregó Granada a los Reyes Católicos, poniendo fin al largo episodio de la Reconquista.
Decía Claudio Sanchez Albornoz en “España: un enigma histórico” que: “si los cristianos españoles no hubieran resistido arma al brazo, un siglo, dos siglos, siete siglos… al Islam peninsular y a las tres invasiones africanas posteriores habrían tenido que hacerlo las gentes de allende el Pirineo, y la Europa de Carlomagno y la Europa posterior a Carlomagno no habrían podido forjar la comunidad histórica abuela de la Europa moderna porque habrían tenido que cumplir la áspera y heroica misión que los españoles hubimos de llevar a cabo durante cerca de 800 años.”
En este contexto, el acto del Día del Pendón debe ser una manifestación del carácter irrenunciable de nuestra historia y de su valor como referencia, puesto que ese día del 26 de diciembre de 1489 dio paso a la Almería que hoy conocemos.