Un dato incuestionable; en Europa el auge de la derecha ya no es un fenómeno coyuntural, sino estructural, los expertos lo consideran una tendencia en aumento. La ola conservadora se consolida en el continente y lo que era considerado una anomalía electoral en estas fechas se hace realidad palpable; Marie Le Pen en Francia, Geert Wilders en los Países Bajos, Jimmie Åkesson en Suecia, Giorgia Meloni en Italia, etc. hoy son parte del paisaje natural de la política europea.
Y en ese nuevo paisaje emerge con luz propia una figura: Giorgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros de Italia. Una joven política que ha logrado lo que parecía imposible: gobernar una Italia convulsa sin histeria ni estridencias, con un discurso sobrio y una acción ejecutiva eficaz. Lo inaudito no es su éxito, sino el método. Porque Meloni no ha moderado su ideario para seducir al electorado centrista, sino que ha convencido a la nación de que una derecha decidida puede gobernar sin complejos, sin pedir perdón por existir. Meloni ha desmontado décadas de corrección política con la eficacia de una administradora seria y comprometida. Sus índices de aprobación no solo se mantienen, sino que aumentan y por eso es incómoda para la izquierda porque no ha fracasado. Es el paradigma de la eficacia y eso, en el manual del progresismo hispánico, es un crimen de lesa ideología. Aristóteles, en su “Ética a Nicómaco”, escribía que “el fin último de la política es la felicidad del ciudadano”. No la ideología, no la revancha histórica, no la ingeniería social: la felicidad, que se concreta en vivir en paz, con trabajo y con libertad. Que levanten la mano los ciudadanos que en España se consideran políticamente felices o simplemente satisfechos.
La actualidad señala que en el sur de Europa un gobierno mantiene un pulso al Estado de Derecho tratando de derribar la constitución que aún sostiene la débil democracia española. En España , Pedro Sánchez, aprendiz de brujo de la propaganda y maestro en el arte del eufemismo, ha encontrado en el miedo a la “ultraderecha” su último y único salvavidas. Cabe aquí mencionar una frase de Joseph Goebells; “Toda gran mentira necesita una buena dosis de miedo y un enemigo imaginario al que señalar con el dedo” Cuando un gobierno es incapaz de ofrecer resultados, recurre al viejo truco: señalar un enemigo. Y el enemigo acérrimo de Pedro Sánchez es la derecha, toda ella, desde el Partido Popular hasta el camarero o el joven sin trabajo que se opone a la deriva totalitaria de Sánchez .El problema de fondo no es que Sánchez repita como loro histérico las consignas de sus asesores; lo dramático es que ha contaminado las instituciones del Estado para convertirlas en correa de transmisión de ese relato. La más bochornosa expresión de esta farsa se llama CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, hoy convertido en agencia de publicidad personal del Presidente. Su director, el inefable José Félix Tezanos, ha conseguido la proeza de otorgar una ventaja de nueve puntos al PSOE sobre el PP, desmintiendo de un plumazo todas las encuestas privadas, y sobre todo, la percepción generalizada de los españoles que huyen de Pedro Sánchez como si se tratara del último contagio vírico.
Mientras los voceros del sanchismo agitan el espantajo de la extrema derecha, España está gobernada por una coalición en la que figuran comunistas desahuciados, separatistas indultados y herederos de una banda terrorista. Con esa compañía, el PSOE pretende dar lecciones de “cordón sanitario” democrático a Europa. Es como si Al Capone ofreciera un curso de ética fiscal para la delincuencia organizada. Francia ya ha asimilado que Marine Le Pen representa a millones de ciudadanos franceses. En los Países Bajos, el triunfo de Wilders ha dejado claro que el discurso identitario y de control migratorio no solo no asusta, sino que moviliza. En Austria, el FPÖ es ya primera fuerza. Y en Alemania, incluso con la pesada losa histórica del nacionalsocialismo, la AfD se consolida como tercera opción nacional. ¿Es Europa un continente de neofascistas o simplemente está despertando del letargo? ¿Acaso no resulta más perturbador que en España gobierne una izquierda atrincherada que lincha mediáticamente a quien defiende el orden constitucional?
Sánchez ha hecho de la mentira una estrategia de gobierno. Ha construido su fortaleza sobre alianzas con quienes declaradamente desean destruir la unidad de España , la sociedad está atrapada en una farsa, se acusa de “ultraderechista” al PP mientras se gobierna con los que intentaron un golpe de Estado en Cataluña. Se llama “moderado” a quien amnistía a criminales para mantenerse en el poder. Se persigue judicialmente a la oposición mientras se blinda judicialmente al entorno del Presidente. Y todo bajo el paraguas de una propaganda obscena, pagada con dinero público y ejecutada por una corte de aduladores que recuerda más a la nomenklatura soviética que a una democracia liberal.
El gobierno y sus socios tienen miedo a perder el poder y la impunidad. Europa avanza hacia un nuevo equilibrio: el de una derecha que no se avergüenza de sí misma. Que defiende la soberanía, la legalidad, el trabajo, la identidad y la familia. Frente a esa realidad, en España se fabrica un enemigo ficticio, porque el verdadero miedo del gobierno no es a la derecha, es a la democracia.