Desde la declaración de independencia aprobada por el parlamento ucraniano en 1991, la presión rusa sobre Ucrania fue en aumento desembocando en la anexión de Crimea en 2014 y posterior rebelión en la cuenca del Donets de las regiones de Donetsk y Lugansk, en un intento de seguir los pasos de Crimea y conseguir la unión con Rusia, o incluso constituir un nuevo Estado como en un primer momento se intentó con el proyecto de confederación denominado Nueva Rusia (Novorossiya).
De la anexión de Crimea y la guerra civil en las regiones de Donetsk y Lugansk, al ataque deliberado sin declaración de guerra de las fuerzas armadas rusas a Ucrania en 2022, que fue un fracaso al no poder hacerse con el control total de Ucrania en una operación para “descabezar” a su gobierno y acabar por la fuerza con las intenciones europeístas y aliancistas de la mayoría ucraniana, para acabar en la situación actual de guerra convencional “empantanada” en las trincheras, en una guerra de desgaste en la que a largo plazo Ucrania se encuentra en evidente desventaja.
En esta situación, la OTAN estableció un despliegue militar en su frontera oriental como medida disuasoria ante una eventual acción rusa contra su territorio. Este despliegue militar se inició en los primeros compases de esta guerra con cuatro grupos de combate multinacionales de entidad batallón que han sido aumentados a ocho, incrementando su entidad a nivel brigada. Las fuerzas de estos grupos de combate son aportadas por naciones marco y otros aliados contribuyentes de forma voluntaria, totalmente sostenible y rotatoria. Las fuerzas de los países contribuyentes rotan dentro y fuera de los grupos de combate; en cualquier momento pueden estar desplegadas en la zona de operaciones o estacionadas en sus países de origen, si fuera necesario, con capacidad para desplegarse rápidamente. Estas fuerzas están integradas en la estructura de mando de la OTAN para garantizar la preparación y capacidad de respuesta necesarias, y están desplegados en Bulgaria (al mando de Italia), Estonia (al mando del Reino Unido), Hungría (al mando de Hungría), Letonia (al mando de Canadá), Lituania (al mando de Alemania), Polonia (al mando de Estados Unidos), Rumanía (al mando de Francia) y Eslovaquia (al mando de España). Nuestro Ejército de Tierra lidera el grupo de combate desplegado en Eslovaquia y aporta fuerzas a los desplegados en Letonia y Rumanía.
Es en el ámbito de este despliegue de fuerzas de la OTAN en su flanco oriental en el que recientemente un contingente de nuestros legionarios almerienses se ha desplazado a Eslovaquia para constituir la base de la brigada multinacional liderada por España. Se trata de legionarios del Tercio Juan de Austria 3º de la Legión y de las unidades de apoyo al combate y logística de la Brigada Rey Alfonso XIII II de la Legión, con base en Viator. Este contingente permanecerá 6 meses en suelo eslovaco y su despliegue se produce en unas fechas muy significativas, en plena Navidad. Mientras la mayoría estamos pensando en comidas de empresa, en la cena de Nochebuena, en la fiesta de fin de año y en los regalos de Reyes, estos legionarios vivirán estas fechas lejos de sus familias, y como ellos, unos 3.000 efectivos más desplegados en diferentes misiones en el extranjero: Mozambique, República Centroafricana, Irak, Turquía, Colombia, Bulgaria, Letonia, Estonia, Rumania, Países Bálticos, Islandia, Bosnia, Líbano y en aguas del Atlántico Norte, Golfo de Guinea, Mediterráneo o Índico.
Los lectores de cierta edad recordarán la frase de aquel anuncio de televisión de hace décadas “vuelve a casa por Navidad”, que en el caso de nuestros legionarios que recientemente acaban de partir a Eslovaquia habría que decir “se van de casa por Navidad”, supliendo la carencia afectiva de sus familias por la unión y compañerismo de su otra familia, la militar. Es evidente que pasar días tan señalados lejos de los suyos, compartiendo ese sentimiento con sus compañeros forja el espíritu del militar, les hace más fuerte, les hace sentirse partícipes de la institución militar, de su Unidad.
A mis compañeros legionarios en tierras eslovacas, y al resto de militares desplegados en otras misiones, les deseo una feliz Navidad, que va más allá que unas “felices fiestas”, puesto que fiestas hay más a lo largo del año, pero de tan profundo arraigo cristiano y familiar como la Navidad, no. Y en los lugares donde están desplegados, el significado de estas fechas aflora con mayor intensidad, se sea o no cristiano.