En una reciente visita a la ciudad de Jerez de la Frontera, cerca del hotel donde me alojaba había una escultura poco agraciada a mi gusto que me sorprendió por estar dedicada a un español “olvidado”, nada más y nada menos que a Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Hay otra estatua dedicada a este español en Houston (Tejas) que me parece más afortunada, en la que en una placa al pie de la misma se dice: “la historia moderna de Tejas comienza con este explorador español que aquí vivió entre 1528 y 1536”. Nieto de uno de los conquistadores de la isla de Gran Canaria, nació en Jerez de la Frontera entre 1488 y 1490, dejando este mundo en Sevilla en 1558. Es uno de los gigantes entre los exploradores españoles del Nuevo Mundo. El Rey Carlos I le otorgó el título de Adelantado y le nombró capitán general del Río de la Plata, Paranáguazu y sus anexos, después de haber realizado el más titánico itinerario de supervivencia y exploración en Norteamérica.
La historia de Álvar Núñez Cabeza de Vaca comenzó como la de tantos otros de su época, con una expedición al Nuevo Mundo. Exploró toda la costa sur de Norteamérica, en el golfo de Méjico, desde Florida hacia el oeste, recorriendo en su itinerario los actuales estados estadounidenses de Alabama, Misisipi y Luisiana, penetrando en los de Tejas, Nuevo Méjico y Arizona así como en el norte del Méjico actual, hasta alcanzar finalmente el Golfo de California, territorios que pasaron a formar parte del Virreinato de Nueva España. De este periplo norteamericano nos dejó el relato de su experiencia en el libro titulado “Naufragios”. Después de esto, sería nombrado Gobernador del Río de la Plata, explorando el curso del río Paraguay y divisando las cataratas del Iguazú.
Encontrándome en Jerez, el Ministro de Asuntos Exteriores inauguró en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) la exposición “La mitad del mundo. La mujer en el México indígena. El ámbito humano”. El Ministro, en sus palabras de inauguración aseguró que ha habido “dolor e injusticia hacia los pueblos originarios” de Méjico, algo que forma parte de la “historia compartida” entre ambos países y que “no puede negarse ni olvidarse”. Según el ministro, “como toda historia humana, tiene claroscuros, y justo es reconocerlo y lamentarlo”, rindiéndose al relato antiespañol de la leyenda negra. El Ministro estuvo acompañado por el director del Instituto Cervantes, organismo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, y quien recientemente utilizó la presentación del Anuario 2025 del Instituto para posicionarse contra la actual Constitución, al calificarla como un texto “androcéntrico y excluyente”, argumentando que su redacción refleja un “déficit democrático estructural”.
Pero dejando al margen el alegato contra la constitución del director del Instituto Cervantes, las palabras del Ministro posicionándose a favor de la leyenda negra es consecuencia de que unos días antes la presidenta de Méjico, Claudia Sheinbaum, afirmase que su Gobierno sigue esperando el perdón de España por el pasado colonial que formuló por carta su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, a nuestro Rey Felipe VI.
Sobre este asunto del perdón, no espere el Ministro que comulgue con su sentimiento de culpabilidad, más bien al contrario, me siente orgulloso de lo que hombres como Álvar Núñez Cabeza de Vaca lograron para crear el Virreinato de Nueva España que los secesionistas criollos mejicanos no fueron capaces de preservar, ya que del territorio que dejamos tras el Tratado Adams-Onís entre la emergente Estados Unidos y España, ratificado en febrero de 1821, por el que se definían los límites fronterizos del Virreinato de Nueva España con EEUU, los mejicanos, que confirmaron este Tratado en 1832, perdieron en apenas 27 años desde su independencia los actuales Estados estadounidenses de California, Nevada, Utah, Nuevo Méjico, Tejas, Colorado, Arizona y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma, quedando la frontera en el río Bravo (o río Grande). Los secesionistas criollos de Nueva España apostaron por los anglosajones y así les fue. Quizás por eso para los actuales gobernantes mejicanos todos sus infortunios son consecuencia de nuestra conquista, cuando ni tan siquiera han sido capaces de defender el legado que recibieron; gobernantes mejicanos que, por otra parte, posiblemente lleven por sus venas más sangre española o de los pueblos masacrados por los mexicas, a los que salvamos, que sangre mexica.