La comarca del Levante de Almería, casi 24 horas sin electricidad e incomunicados
Algunos municipios fueron de los últimos de España en recuperar la normalidad, ya casi a las doce del mediodía
Los pueblos del Levante Almeriense, indignados por ser los últimos de España en recuperar la luz tras el apagón
“Lo peor no fue quedarse sin luz, sino estar incomunicados”. Es la frase que más repetían este martes en los municipios de la comarca del Levante Almeriense, la última en salir del aislamiento provocado por el gran apagón. Casi 24 horas han permanecido “a oscuras” algunos pueblos como Vera, Turre o Los Gallardos.
A las 12:34 horas se fue la luz, como en toda España, pero mientras que en lugares cercanos como Lorca (Murcia) ya regresó el fluido eléctrico a las 23:00 del mismo lunes, a algunos pueblos del Levante Almeriense no lo hizo hasta casi el mediodía de este martes. En puntos muy concretos, incluso más tarde. En total, unas 24 horas sin electricidad, un día entero, con lo que ello supone.
La noche fue larga. De velas y transistores esperando noticias. Apenas antes de que saliera el sol muchos despertaban ya y lo primero que hacían era pulsar los interruptores de la luz, pero nada. En los teléfonos móviles seguía sin haber señal (en muchos casos el último mensaje de Whatsapp había entrado sobre las 17:00 horas del lunes). En la radio, los informativos hablaban de casi un 90%de la red eléctrica restablecida en el país, pero allí seguían a oscuras y sin noticias. En las pantallas de los móviles, ya pasadas las 9:00 horas, seguía apareciendo “Sin servicio” donde lo habitual es ver un “5G”. No había forma ninguna de contactar con los familiares que viven apenas a 15 o 20 kilómetros, en los pueblos cercanos. La angustia y la ansiedad aumentaba.
A las 9:30 la Plaza Mayor de Vera estaba casi desierta. Normalmente decenas de mesas de dos cafeterías, una frente a la otra, llegan de vida el centro del pueblo. Pero ayer, nada. Solo unas pocas personas, jubilados su mayoría, conversaban en unos bancos. “Parece que han priorizado zonas más esenciales, como Huércal-Overa, por el hospital, y Carboneras, por la desaladora”, apuntaba fuentes del Ayuntamiento veratense.
Los comercios permanecían cerrados, salvo los supermercados que tenían grupos electrógenos y algunos otros que abrieron las persianas pero sin luz en su interior.
En los bancos, los cajeros automáticos permanecían apagados, inutilizados por la falta de electricidad.
Apenas a unos 6 kilómetros de distancia, en el municipio vecino de Garrucha, la situación era bien diferente. Allí los comercios ya trabajaban con normalidad a primera hora. Bares como La Simona estaban llenos de clientes desayunando. La electricidad regresó al pueblo pasadas las 6 de la mañana. Sin embargo, los teléfonos seguían sin recibir señal y de los grifos no salía ni gota de agua.
En uno de los supermercados, un cartel anunciaba que abrirían a las 10:30 y decenas de personas hacían cola para entrar minutos antes.
Siguiendo hacia en interior, en Turre, la situación era la peor posible:ni electricidad ni agua. Hasta pasadas las 11:00 de la mañana no regresó la luz, mientras que el agua lo hizo ya por la tarde, cuando las bombas pudieron volver a abastecer los depósitos de las zonas más altas del pueblo. Mientras tanto, decenas de personas llenaban garrafas en las fuentes públicas para poder cocinar o, al menos, lavar los platos o usar el inodoro.
En la plaza del pueblo, la mayoría de comercios tenían la persiana bajada, a la espera de tener luz. El pequeño supermercado Covirán, en cambio, sí que estaba abierto, pero con apenas una luz débil encendida gracias a un generador de gasolina. “Ayer y hoy hemos podido abrir, pero solo podemos cobrar con efectivo”, explicaba Anabel, la dependienta. En otro de los comercios del pueblo, el Super Turre, tampoco se podía realizar el pago con tajeta.
En Cuevas del Almanzora, Mojácar y Antas tampoco lo tuvieron mucho mejor y tardó en volver la normalidad eléctrica.
En Los Gallardos también tuvieron que esperar casi hasta el mediodía para recuperar la electricidad. Eran casi las 11:00 cuando se encendieron los semáforos de la N-340, anunciando que había vuelto el suministro a todo el pueblo.
Unos minutos después comenzaron a sonar los teléfonos móviles en toda la comarca. La red quedó restablecida y empezaron a llegar cientos y cientos de mensajes que llevaban horas en el limbo, desde primeras horas de la tarde anterior. Al fin parecía que todo volvía a la normalidad, aunque en algunas zonas aún tuvieron que esperar varias horas para tener agua, algo tan esencial como la luz (o más, según a quien se le pregunte).
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