Sócrates se cuela en las aulas para que los jóvenes se 'enamoren' de la Filosofía

Filosofía suele ser un hueso duro de roer para los alumnos de la ESO y Bachillerato. Es difícil que se cuele entre las asignaturas preferidas de quienes la cursan, aunque, tomada con el cariño que merece, puede despertar pasiones y vocaciones. Cómo acercarla al común del alumnado es una de las principales preguntas, y la Semana Cultural del IES Carmen de Burgos, una de las citas más importantes en la educación huercalense año tras año, parece haber traído la respuesta.

Las aulas de este centro educativo, el único en el que se puede estudiar la secundaria en el municipio, han vivido una revolución con la presencia del profesor Antonio Guerrero, responsable del proyecto ‘Filosofía en la calle’, una idea que busca trasladar esta rama de conocimiento fuera de sus espacios habituales. La forma de intentar despertar este interés en los alumnos ha sido a través del ‘método Lipman’, que busca estimular el pensamiento crítico en menores de edad.

Este pedagogo norteamericano creó lo que se conoce como un ‘modelo de debate forzado’, en la que las opiniones se ‘intercambian’. El responsable lanza un planteamiento al aire y el alumno debe apuntar la respuesta, junto al nombre, en una ficha. Una vez que todos han respondido, el documento se intercambia, preguntando a cada uno qué pone cada escrito. Como no es el texto que quien lee ha escrito, deberá decir si está a favor o en contra. Quien debe responder luego es el autor de esa solución y, de ahí, el resto de la clase, generando un debate de forma casi imperceptible.

“Se basa en el método socrático, que busca crear comunidades de diálogo y aprendizaje”, cuenta Guerrero. Conversar es una forma de ampliar conocimientos, de abrir un momento para la pregunta y encontrar respuestas que estimulen la mente. “Una vez que ya todo el mundo ha participado, se recogen las palabras clave en la pizarra y se finaliza la sesión llegando a una conclusión”, apostilla. Durante un buen rato se ha ido construyendo conocimiento en base a opiniones, a ideas, a maneras de ver el mundo.

Otro método que emplea Guerrero es ir encadenando pregunta tras respuesta, un ‘partido de tenis’ filosófico donde da igual por donde pueda derivar la conversación, pero siempre tendrá que haber una interrogación después. Así hasta que, tras cuatro o cinco intercambios, el oponente se quedaba sin una respuesta que dar. “Si tú a una persona con la que tienes una conversación empiezas a hacerle preguntas, da igual la pregunta que le hagas sobre lo que está contando, sobre su argumento, a la cuarta o quinta pregunta se queda sin él”, recalca. Es diferente, divertido, práctico. Una forma de que en los institutos sepan que leer a Kant, Nietzsche o Platón no les va a dar ningún disgusto.