La 'velá', toda la noche sin dormir por la Virgen del Carmen

En el Barrio Visiedo de Huércal de Almería, al norte de este municipio del Bajo Andarax, salir a tomar el fresco en las noches de verano es una costumbre que no se ha perdido. Los vecinos cultivan este arte cada vez que el sol se pone. A las puertas de sus casas, o en la placeta de la ermita, comparten coloquio con sus pares. Arreglan el mundo y se divierten en las horas de menos calor. Aunque esta costumbre puede que para ellos solo sea un calentamiento, la preparación para lo que ocurre en la madrugada del 15 al 16 de julio.

Esa noche es una de las más esperadas por todos quienes habitan esta zona de la localidad. Sus calles, llenas de casas bajas, de apenas dos plantas, quedan desiertas tras la procesión de la Virgen del Carmen, que recorre el barrio en las horas previas a su día, y a la que se le ofrecen flores y se le manifiesta la fe. Pero lo importante llega ya de noche, cuando los vecinos ‘acampan’ para la ‘Velá’ en la placeta de la ermita dedicada a esta figura religiosa con la única intención de acompañarla en las primeras horas de la jornada que sirve como homenaje.

La devoción por la patrona de los pescadores no se ciñe solo a Huércal de Almería, donde también en otro barrio, el Valle del Potro, es motivo de fiesta, sino que la Virgen del Carmen recibe tributos a lo largo y ancho de toda esta provincia de Almería tan apegada a la mar. En los lugares donde el Mediterráneo baña la devoción, la patrona de los marineros surca las aguas embarcada en barcos pesqueros, pero en el Barrio Visiedo no está cerca la playa y hay que ingeniar otras soluciones.

Y ahí estaban los vecinos de esta pedanía, apostados con sus tumbonas frente a la ermita en la madrugada de un martes a un miércoles. Seguía tocando a las cinco y media de la mañana el Carmen Mari Show, a quien llamaron para alegrar la fiesta. Los refrescos servían para mantener despiertos a los vecinos, que aprovecharon la velada para destripar la actualidad nacional y, especialmente, la propia, los avatares de una vida que da pocas treguas para sentarse a conversar durante horas sin distracción alguna.