Huércal Overa

Un trabajo muestra la obra de José María Sánchez Lozano para la villa huercalense

  • Fue autor de las imágenes de la Virgen del Río y de la Soledad y restauró también al Nazareno en 1990

La Virgen de la Soledad fue realizada por Sánchez Lozano en 1976.

La Virgen de la Soledad fue realizada por Sánchez Lozano en 1976. / D. A.

Continuando con su proyecto de estudio e investigación referida al insigne escultor levantino José María Sánchez Lozano, Miguel López Alcázar, estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Murcia, ha contado en su último trabajo con la inestimable colaboración de Francisco Nortes, periodista en la capital del segura director del espacio televisivo Sentir Cofrade y asiduo colaborador de Hora Cofrade en Radio Murcia Cadena Ser, así como con la de Alejandro García y Alejandro Molina, administradores de los conocidos portales Murcia Devota y Devociones Murcianas respectivamente, al margen de la lógica aportación del Ayuntamiento de Huércal-Overa y de la Hermandad del Paso Negro de esta localidad.

Fruto de las mismas, presentaba hace unos días una no excesivamente amplia, pero no por ello menos interesante publicación la cual ya ha sido reclamada por archiveros de la Cofradía de los Californios de Cartagena o desde sendas cofradías de la vecina provincia de Granada.

Un trabajo en el que se aúnan conocimientos con un claro objetivo, poner en valor la figura y obra de José Sánchez Lozano fuera de las fronteras de la Región de Murcia, en cuya capital se establecería en 1928 tras realizar su primera reproducción de la dolorosa de Salzillo para el Duque de Tovar. En Murcia desarrollaría su extensa y valiosa obra ,que le valió el título de hijo adoptivo de la ciudad del Segura, entre otros reconocimientos a nivel nacional e internacional.

El que fuera máximo exponente de la corriente salzillesca, actuaría sobre numerosas obras quemadas o destruidas parcialmente durante la Guerra Civil, restaurador por tanto y creador, orientaría su vocación a la creación de imágenes para el culto popular en general y cofradías en particular, identificando su estilo con las iconografía que admiraba y que tanto había estudiado, a las que aportaba su identidad propia, llegando a ser definido por la directora del Museo Salzillo como ‘el gran artista y genio del siglo XX’, lo cual ofrece una idea de la dimensión que lograría el de Pilar de la Horadada.

Como dato ilustrativo, reseñar que realizó del orden de 375 piezas en su prolífera trayectoria, comparable por ejemplo a la del hispalense Antonio Castillo Lastrucci. De ellas, hasta 340 corresponden a imágenes y talla, de entre las cuales 194 son de carácter religioso, estando presentes en cerca de 100 ciudades repartidas por España resto de Europa y América.

Una publicación que se estructura en prólogo, en el cual se conduce al lector a conocer el origen de esta estratégica villa cruce de fronteras que es Huércal-Overa, al que define como pueblo andaluz de espíritu murciano y a cuya Diócesis de Cartagena perteneció eclesiásticamente, sin obviar su pertenencia al reino de granada dentro del cual ejerció como frontera estratégica tal y como figura en el escudo de la ciudad y otros cinco capítulos.

La introducción está acompañada por una reseña histórica de la tricentenaria y muy titulada Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Sepulcro del Redentor así como de su rico patrimonio conformado por extraordinarias obras de importante valor artístico agrupando entorno a la misma, figuras de los grandes artistas del momento en Andalucía y Murcia, tales como el propio Sánchez Lozano, Guzmán Bejarano, Manuel de los Ríos, Noguera Valverde, Jesús de Perceval, Balbino de la Cerra o maestros de la aguja lorquina y cartagenera, entre otros.

En el capítulo 4 titulado 'Nuestra Señora de la Soledad de la escuela granadina a Sánchez Lozano' hace lo propio para con la titular negra, la cual fue encargada al genial escultor propiciado por el notable éxito y acogida de la Virgen del Rio, rompiendo con la línea granadina de José de Mora, cuya imagen fue desgraciadamente pasto de las llamas durante la Guerra Civil, para desembocar en la actual representación de dolorosa con brazos extendidos, rostro bañado en lágrimas y puñal en pecho, continuando el modelo que en el siglo XVIII inmortalizara el célebre imaginero murciano.

Su último trabajo en Huércal-Overa fue hace más de 30 años, en 1990, con la restauración parcial de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una imagen de Salzillo que data del año 1745. En un contrato privado firmado el 9 de febrero, José María Sánchez Lozano se comprometió a hacerse cargo de trasladar las piezas al taller de su propiedad en Murcia.

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