El reportaje

El memorial en defensa de los concejos (3)

  • La Santa Iglesia de Santiago no sólo está superabundantemente proveída, y con toda la renta necesaria, para la sustentación y mantenimiento de los Canónigos

El memorial en defensa de los concejos

El memorial en defensa de los concejos / José Antonio Peña

Estamos en pleno "Siglo de las Luces" y con lo que representa, si bien hay que tener muy en cuenta el control y censura de los Borbones sobre la opinión pública, así como también todavía la presencia lastrante de la Inquisición. Estas dos circunstancias incrementan el valor personal y la libertad de pensamiento y expresión del licenciado Agustín Gutiérrez autor del Memorial en defensa de los Concejos Alpujarreños, el cual tras referirse a los fundamentos de derecho que asisten a los citados concejos, plantea el siempre delicado asunto de la "razón de equidad", de justicia, reforzando esta idea haciendo una excelente y bien cohesionada síntesis sobre el problemático medio físico, social y económico de la Alpujarra, sin olvidar las pesadas cargas fiscales que soportan la inmensa mayoría de sus agricultores, los cuales podían definirse con las palabras de Antonio Machado pronunciadas muchos años después: “estirpe redentora que muele el fruto de los olivares, y ayuna y labra, y siembra y canta y llora”.

El licenciado Agustín Gutiérrez no duda confrontar el vivir desviviéndose de los agricultores alpujarreños con la "superabundantemente proveída Santa Iglesia de Santiago... la más rica y poderosa de la de la Europa y aun de toda la Cristiandad...".

“Pero, aunque no tuviéramos tan claros y eficaces fundamentos de derecho, que persuaden y acreditan la clara justicia que asiste a los Concejos del Partido de Alpujarras, para que se les absuelva de la injusta demanda que se les ha puesto, por la dicha Santa Iglesia, bastaba sólo para ello la razón de equidad, que tienen a su favor y que tanto se debe estimar y anteponer en la determinación de los pleitos.De tal modo que, cuando en la determinación de los pleitos ocurre haber diversidad de opiniones, se debe seguir aquella que contiene mayor equidad.”

Y, es cierto que, de la prueba instrumental y de la de testigos que se ha hecho en estos autos, consta, plenamente justificado, y aun lo acredita la evidencia, que todo aquel Partido se compone de un terreno tan corto y reducido, que de longitud tiene sólo diez y siete leguas, y cuatro de latitud por lo más ancho. En las cuales se comprenden montañas, riscos, sierras, barrancos y cortaduras, con otros muchos parajes incultos que no producen fruto alguno, de suerte que la tierra que se siembra y cultiva es la menor parte, y esta con gran trabajo y dispendio por su naturaleza áspera, y toda ella se labra con un mil cuatrocientas y ochenta y una yuntas, según consta del testimonio presentado por la Iglesia.

Los Concejos de todo el Partido son cuarenta y dos; las poblaciones cincuenta y tres entre grandes y pequeñas, que todas componen poco más de nueve mil vecinos. De los cuales apenas habrá quinientos que lo pasen con alguna comodidad, y todos los demás son gente pobre y desvalida que los pocos frutos que cogen, a expensas de un continuo afán y desvelo, se los quitan, aun antes de recogerlos, y se los venden para pagar las contribuciones reales y otras cargas que anualmente les reparten, con lo cual quedan pereciendo, y casi mendigando, la mayor parte del año.

Un pleito histórico. Un pleito histórico.

Un pleito histórico. / José Antonio Peña

A esto se llega el haberse ido cada año subiendo y acrecentando más los conciertos de las contribuciones Reales, y aumentándose otras de nuevo, de forma que lo que anualmente paga aquel Partido, a las Rentas Provinciales y Servicios de Millones, son 1.126.578 reales y 6 maravedís… y no se incluyen otras muchas cantidades, que también se pagan anualmente, como lo son Bulas, Predicadores, Demandas, Veredas, Voto de el Señor Santiago, y mantener de armas y vestuarios un Regimiento de Milicias; a que se agrega la crecida suma que importan las costas y salarios de innumerables ejecutores que, por todos los meses del año, se mantienen en aquel Partido, no sólo consumiéndoles y malbaratándoles sus cortos bienes a los pobres vecinos, sino vejándoles y molestándoles con la mayor impiedad y vilipendio.

Pero, a el contrario, la Santa Iglesia de Santiago no sólo está superabundantemente proveída, y con toda la renta necesaria, para la sustentación y mantenimiento de los Canónigos que residen en ella (que fue el fin para que se destinó dicho Voto), sino que tenemos, por sin duda, que hoy es la Iglesia más rica y poderosa de la Europa, y aún de toda la Cristiandad, y que respectivamente gozan crecidísimas rentas y salarios todos sus individuos y dependientes, de tal forma que, aun los ejecutores y personeros que trae divertidos en la cobranza del Voto, tienen más renta y logran más conveniencias que los labradores más cuantiosos y acomodados de aquel Partido, porque aquellos cobran a su mano diez y ocho reales de salario cada día, y estos aun no cogen para pagarle al Rey sus tributos.

De los testimonios, presentados de contrario, resulta que en aquel Partido hay 1.481 vecinos que labran con yuntas propias, los cuales, en cada un año, han pagado y están pagando, a la dicha Santa Iglesia, setecientas y cuarenta fanegas y media de trigo que, a el precio de la tasa, importa veinte mil setecientos treinta y cuatro reales vellón.

Los Concejos de todo el Partido son cuarenta y dos; las poblaciones cincuenta y tres

También consta, de los mismos testimonios, que los vecinos que labran con yuntas prestadas o alquiladas son 2.227, los cuales si hubieran de contribuir lo que pretende la Iglesia vendrían a pagarle en cada un año un mil ciento y trece fanegas de trigo, que, al mismo precio de la tasa, importaban treinta y un mil ciento y ocho reales vellón.

Esta cantidad, ya sea en especie de trigo o ya en dinero, es impracticable que puedan contribuirla, no sólo anualmente, pero ni aun por una vez, según lo perdidos y atrasados que se hallan aquellos pueblos, y cualquiera porción o cantidad que se les intentara cobrar sería acabarlos de aniquilar y dejarlos a perecer, en términos de despoblarse.

Según lo cual es visto que la misma equidad y la atención a la causa pública y conservación de los Pueblos, está claramente persuadiendo y pidiendo la absolución de los Concejos.Y, aun creemos que esta será muy de el agrado y beneplácito del Santo Apóstol Santiago, porque no es de presumir que quien tanto ha deseado el beneficio y alivio de este Reino y sus vasallos, y se halla venerado por su Tutelar y Patrono, había de tener a bien que a unos pobres infelices que la mayor parte del año se mantienen mendigando y comiendo las hierbas de los campos, se les quitase aquella corta porción de grano, que con tanto afán y trabajo han cultivado, y que pudiera servirles para remediar algún día su necesidad y la de sus hijos.

Por lo que mira a el particular de si deberán o no pagar los que labran a pala de azada, no tenemos para que cansar a V.S. por tres razones:- La primera porque en esta parte, no sólo es injusta dicha pretensión, sino absolutamente temeraria destituida de todo fundamento, y exdiametro contraria a los citados Privilegios.- La segunda porque todo lo dicho y alegado en punto de los que labran con yuntas prestadas o alquiladas urge, con mayor razón, en los que sólo labran a pala de azada.- Y la tercera y última porque es tan poco lo que, en aquel Partido, se siembra a pala de azada, y tan míseros y desdichados los que lo ejecutan que, aunque la Santa Iglesia quisiera cobrar de ellos la dicha media fanega o otra porción de grano, nunca lo pudiera conseguir, porque todos sus bienes y caudal se reduce a una fanega o dos de grano, que recogen con el afán y desvelo que se deja discurrir, y esta aun sin sazón la cogen y muelen para remediar en parte su continua indigencia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios