VERATENSES

Antonio de Haro: un belenista que crea mundos a lo grande

  • Esta Navidad recreó un nacimiento monumental de 36 metros cuadrados

  • Ha sido profesor del IES Alhamilla 29 años

Antonio de Haro junto a su belén monumental.

Antonio de Haro junto a su belén monumental. / V. Visiedo P.

Ya solo queda una figura, solitaria en medio del gigantesco decorado. La coge, la envuelve con cuidado y la introduce en una caja. Ya hay más de 200 empaquetadas, listas para permanecer todo un año en un rincón, esperando que vuelva la Navidad. Tras meses y meses de trabajo, desmontar el belén es el último paso. Quizás algo triste, pero a la vez satisfactorio, pues ha podido comprobar la gran acogida de su belén monumental.

Antonio de Haro Márquez es un belenista veratense, responsable del enorme nacimiento municipal instalado este año en el aula cultural Íñigo de Guevara. Lleva toda su vida dedicando su tiempo libre a los belenes, pero esta es la primera vez que su pueblo acoge una creación suya en un espacio público, para el deleite y disfrute de todos.

Antonio de Haro muestra su gigantesco belén. Antonio de Haro muestra su gigantesco belén.

Antonio de Haro muestra su gigantesco belén. / V. Visiedo P.

“Hago belenes desde pequeño. Mis padres hacían sus propias figuras, algunas de las cuales aún conservo. De hecho, los Reyes Magos me regalaban figuras para el belén”, explica. De ahí le viene la afición que ahora él se ha encargado de meter en vena a sus hijos (al menos a uno de ellos que sigue sus pasos). En la casa familiar, sita en la calle Virgen de las Angustias, no había una Navidad en la que faltase el nacimiento. “Mis padres se juntaban con las monjas y les ayudaban a hacer un belén enorme”, recuerda de su infancia. Desde entonces, Antonio de Haro no ha dejado de montar el suyo cada año, excepto tras la muerte de su madre: “Dejé de hacerlo porque cuando sacaba las figuras me ponía triste y las volvía a guardar”, confiesa.

"Cuando era pequeño los Reyes Magos me regalaban figuritas para el belén”

Su padre, Cristóbal ‘Velasco’ (de mote, no de apellido) tenía un supermercado. “En lo único que me gustaba ayudar era a montar el escaparate”, admite con una sonrisa. Y es que siempre le ha gustado la decoración.

Ahora, ya jubilado, Antonio dedica mucho tiempo a la que es su mayor afición. Una forma de vida, prácticamente. De hecho, su vida laboral ha estado muy relacionada con ello. “En el colegio me gustaba el dibujo, las manualidades, pero no me atraía lo demás, por ello dejé el bachillerato e hice formación profesional de madera y mueble en Almería. Después seguí estudiando e hice Ingeniería de Montes”, explica.

Tras ello, regresó a Vera donde fue educador en la residencia de estudiantes que existía en la actual plaza Carmen de Burgos. Allí estuvo un año, mientras se preparaba las oposiciones. En abril aprobó las del extinto Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona) y en junio las de profesor de Tecnología de la Madera. “Empecé en agosto a trabajar en el Icona, pero vi que no era lo mío; era demasiada burocracia de oficina y poco campo, así que me metí en la enseñanza”.

Así comenzó su trayectoria como profesor. Pasó por Valencia, Azuaga (Badajoz), Madrid y Soria hasta llegar a Almería, al IES Alhamilla, en el mismo que estudió. Allí pasó 29 años, a caballo entre Almería y Vera. En el instituto, como no podía ser de otra manera, también dejó la impronta de su arte para los belenes, aunque con algunos matices: “no podíamos montar un belén tradicional, por tener contenido religioso, así que hicimos uno en el que las figuras eran herramientas de madera y ganamos el primer premio del concurso del Ayuntamiento de Almería”, explica. Además, aprovechaba algunas tardes para dar clases extras de helenismo a los alumnos que mostraban interés.

Detalle de la cerámica de Vera en el belén. Detalle de la cerámica de Vera en el belén.

Detalle de la cerámica de Vera en el belén. / V. Visiedo P.

Una tradición que quiere transmitir

Ahora, Antonio de Haro quiere transmitir todos sus conocimientos a sus vecinos. “Vamos a llevar a cabo cursos de helenismo para que la gente se implique y se mantenga viva la tradición”, asegura. En su familia ya ha conseguido que su hijo menor siga sus pasos. “Ahora tiene 21 años y desde muy pequeño hacía su propio belén, con figuras de los chinos o playmobils. Ahora me ayuda y es muy crítico conmigo”, bromea. La sucesión está asegurada.

El belén monumental que este año han podido visitar veratenses y visitantes contaba con unos 36 metros cuadrados: “el más grande que he hecho nunca”, asegura. Una auténtica obra de arte con tres zonas diferenciadas en las que se representaba la antigua Judeo y el desierto de Egipto. Pero entre posadas, herrerías, montañas, templos y pirámides, Antonio de Haro coló algunos homenajes a su pueblo, Vera. Por un lado, una alfarería con las piezas tradicionales veratenses, entre ellas la jarra de cinco picos. Cerca, la fuente de los Cuatro Caños, icono de la localidad.

Una de las zonas del belén. Una de las zonas del belén.

Una de las zonas del belén. / V. Visiedo P.

Esta fuente ya estaba presente en el nacimiento que realizó en 2018, el año del 500 aniversario del nacimiento de la nueva Vera. Como homenaje a esta efeméride, De Haro se puso manos a la obra para recrear parte de la ciudad: la Plaza Mayor, la puerta de la plaza de toros, el ayuntamiento, el casino… Una joya que permanece guardada pero que, sin duda, merece un lugar en cualquier exposición permanente. Por su casa pasaron más de mil personas para contemplarlo.

Y aunque la Navidad hace solo un par de meses que terminó, Antonio ya tiene su mente puesta en la siguiente. En su próximo belén. Será más grande y completo. Tendrá más figuras. Será más espectacular aún, sin cabe. Mientras, las figuritas esperan guardadas. Bien envueltas, como un tesoro. Impacientes por volver a ser protagonistas de los mundos que salen de las manos de este artista veratense.

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