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Todos tenemos miedo a fracasar. Cuando algo nos importa, aparece en nuestro interior una voz que nos hace preguntarnos si seremos lo suficientemente buenos, también el hecho de poder perder algo importante y valioso para nosotros puede paralizarnos y hacer que evitemos tomar decisiones importantes. Sin embargo, muchas veces olvidamos que el fracaso no es un fin, sino una parte natural de nuestro proceso de crecimiento, por lo que fallar no es más que una experiencia que fomentará nuestro desarrollo personal y bienestar.
Afrontar este miedo es posible pero no es una tarea fácil. Una de las causas más comunes que justifica este miedo al fracaso es el temor a lo que puedan pensar los demás de nosotros. La idea de ser juzgados, criticados o rechazados por nuestros errores puede generar una fuerte ansiedad y es que esta idea está basada a su vez en los pensamientos de una mente rígida y perfeccionista con poca tolerancia a los errores ya que los ven como un signo de falta de capacidad. El perfeccionismo genera una presión interna constante por alcanzar estándares inalcanzables, lo que lleva a evitar riesgos por miedo a no cumplir con esas expectativas.
El miedo al fracaso surge principalmente de nuestras creencias más profundas sobre el éxito, la perfección y el juicio de los demás fruto de experiencias negativas pasadas en las que el fracaso te hizo sentir vergüenza, tristeza o decepción, por lo que muchas veces pensar en que podemos volver a fallar nos crea el prejuicio de que seremos rechazados, criticados o incluso que perderemos valor como personas. Es importante reconocer esos pensamientos y cuestionarlos para que no te paralicen a la hora de actuar.
Una de las primeras estrategias que puedes utilizar es replantear la forma en que interpretas el fracaso. En lugar de verlo como una prueba de tu falta de habilidad o valor, intenta verlo como un paso necesario para el éxito. La gente más exitosa en cualquier campo ha fallado numerosas veces. Cada error les enseñó algo nuevo y les permitió mejorar, por lo que tú también puedes permitirte ver el error no como un final, sino como una lección.
"Cuando te pares a pensar en que las consecuencias no serán tan malas como tu cabeza te ha hecho creer, serás capaz de tomar decisiones con menos ansiedad"
También es crucial practicar la autocompasión. Cuando te enfrentas al miedo de fallar, es normal que seas muy crítico contigo mismo. Sin embargo, ser demasiado duro contigo mismo no te ayudará a avanzar. En lugar de criticarte, trata de hablarte con amabilidad y comprensión, tal como lo harías con un amigo que está pasando por un momento difícil. La autocompasión te permite soltar las expectativas irrealistas y reconocer que está bien equivocarse.
Otra herramienta que funciona para quitarte el miedo al fracaso es la visualización de posibles resultados. El miedo al fracaso a menudo proviene del miedo a lo desconocido y de la falta de control ya que no tener el control de los resultados puede generar incertidumbre, lo que alimenta el miedo, la seguridad y la estabilidad, lo que hace que el miedo al fracaso sea aún más paralizante. Imagina lo peor que podría pasar si fallas. ¿Es realmente tan terrible? ¿Puedes recuperarte de ello? Cuando te pares a pensar en que las consecuencias no serán tan malas como tu cabeza te ha hecho creer, serás capaz de tomar decisiones con menos ansiedad.
Cuando te enfrentas a un fracaso, sientes que eres menos válido y puedes sentirte mal, pero siempre se puede transformar ese momento en una oportunidad para aprender. Pregúntate qué puedes aprender de lo que salió mal. ¿Fue un problema de estrategia, de comunicación o de expectativas? Reflexiona sin juzgarte y extrae una enseñanza de cada situación.
"Aceptar el fracaso como parte del camino te permitirá liberarte de su carga emocional"
Cada vez que te atreves a intentarlo, aunque no obtengas el resultado esperado, ganas experiencia. Antes de intentarlo, evita decir "no puedo", así como tampoco te marques expectativas muy altas. Ponte metas que sean difíciles pero alcanzables y si fallas, prueba con nuevos enfoques ya que el hecho de equivocarse una vez no implica que siempre vaya a volver a ocurrir. Trata de enfocarte en el proceso y celebra tus intentos porque el hecho de volver a intentarlo y de enfrentarlo ya es un logro. Cada paso que das, incluso si te lleva a un error, es un avance hacia tu objetivo.
El fracaso puede ser, paradójicamente, el mejor maestro. Aceptarlo como parte del camino te permitirá liberarte de su carga emocional y verlo como una fuente de información valiosa. Es normal sentir miedo, pero no permitas que ese miedo te detenga. Recuerda que los grandes aprendizajes provienen de los momentos más difíciles y que el crecimiento personal se nutre de los retos que enfrentas.
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